viernes, 18 de noviembre de 2016

Donaldismo y Periodisney

Colgados ha habido siempre, lo que pasa es que ahora los sacamos en las noticias”, aseguró hace casi una década, sin solemnidad alguna pero con irrefutable agudeza, un editor de informativos con el que trabajé en CNN+. Internet ya tenía presencia, pero la recesión económica todavía no había estallado, las redes sociales caminaban a gatas y los movimientos antisistema permanecían anclados en la marginalidad.  

En realidad, ya para entonces conocíamos notables ejemplos de personajes, entre irreverentes, ignorantes y estrafalarios, aupados al poder político por sus millones y su popularidad televisiva. Jesús Gil, condenado por el homicidio involuntario de 56 personas en 1969 e indultado luego por el propio franquismo, se convirtió en 1987 en el presidente del Atlético de Madrid y en 1991 en alcalde de Marbella, donde arrasó con una amplísima mayoría absoluta revalidada en 1995 y 1999.

A aquel ostentóreo millonario le oímos prometer limpiar la localidad de “putas e indigentes”, le vimos en el prime time de Tele5 bañarse en un jacuzzi rodeado de chicas en bikini, le recordamos agrediendo a puñetazos al dirigente de otro club de fútbol. No deberíamos olvidar que acabó condenado y en la cárcel por su corrupta gestión en la localidad malagueña, y con el club de fútbol intervenido. Su modelo dejó honda huella, y no sólo en el urbanismo: la veintena de ayuntamientos conducidos por su partido hacia la bancarrota sumaban en 2005 más de la mitad de la deuda municipal con la Seguridad Social.

Silvio Berlusconi, propietario del canal español de televisión donde aquel verano de 1991 -recién investido alcalde de Marbella- refrescó sus pechos Jesús Gil, es dueño del Milan desde mediados de los 80 y fue primer ministro de Italia durante unos diez años, repartidos en tres etapas entre 1994 y 2011. “Il Cavaliere”, que esgrimía sus éxitos empresariales como principal aval político, dimitió en 2011 debido a las presiones de la Unión Europea ante la gravísima situación económica de su país.

Enfrentado durante décadas a los tribunales e impulsado al poder por la corrupción anterior, promovió una reforma legal que impedía que se le juzgara, cuando estaba en el cargo, por presuntos delitos anteriores. Ni aun así pudo mantenerse limpio. En 2015 fue condenado a tres años de cárcel por sobornar a otro político. Ya antes había sido condenado en primera instancia –aunque resultó finalmente absuelto- por corrupción de menores.

Gil y Berlusconi podían ser lo que hoy sabemos, y nunca trataron de disimular lo que ya parecían, pero por ricos, rebeldes o rompehuevos resultaban atractivos para un sector no necesariamente inculto del electorado. Junto al trampolín de sus negocios, Donald Trump ha gozado de una visibilidad similar. Desde 2004 ha organizado, producido y actuado como jurado en un reality show de la cadena estadounidense NBC en el que un grupo de empresarios concursaba por un cuantioso contrato en su corporación.

No está de más recordar que estos tres héroes populares, ayer apóstoles y hoy apoteosis del donaldismo, nacieron del entretenimiento televisivo y fue -además de la judicatura- el periodismo quien les desnudó ante la opinión pública, iluminando sus zonas sombrías para completar el inofensivo retrato iconoclasta que de ellos había dibujado la pantalla de la diversión.

Años después de su inspirada frase, el diagnóstico de mi compañero se ve confirmado por esa extraña, en ocasiones viscosa, confusión de enfoques y géneros que desde webs dedicadas a la mera agregación o al pseudoperiodismo ha terminado salpicando a espacios antes exclusivamente informativos y a las ediciones digitales de los medios más solventes. Colgados de diverso pelaje, sin más discurso que su gracieta , gozan de inmerecida presencia junto a las noticias o entre ellas. Desde este escaparate del infotainment, donde hay más hueco para titulares chispeantes que para argumentos, Trump se ha coronado como nuevo presidente viral de los Estados Unidos.      

No siento de entrada que la misión del periodismo haya fracasado por la llegada, nada banal, del millonario a la Casa Blanca: ¿Haría más digno, por ejemplo, a “The New York Times” haber pedido el voto para él? Pero sí estoy convencido de que los antaño influyentes medios de referencia habían fallado previamente a buena parte de los votantes de Trump. Antes de repudiar el simplismo de la América profunda, que la mayoría no hemos pisado, o de despreciar la democracia, a la que debemos tanto, podríamos preguntarnos por qué en los últimos años tanta gente, aquí y allí, sospecha de las grandes cabeceras pese a su contribución -sí, primordial- al descubrimiento y denuncia de numerosos abusos y corruptelas políticas, económicas y sociales.   

Los informadores (como suena, informadores) deberíamos examinar si, a nuestro nivel, hemos contado bien la recesión, sus angustias y desigualdades. ¿Hemos sido exigentes con los poderes de todo tipo o nos hemos acercado a ellos hasta diluirnos de forma acrítica en su palabrería? ¿Hemos profundizado en esta sociedad, compleja y cambiante, o nos estamos abandonando al periodisney de entretenimiento?

Parece indiscutible que el creciente ecosistema de Internet permite la formación de comunidades activas donde antes sólo había corrientes de pensamiento minoritarias y aisladas. Y podríamos ahogarnos en lágrimas lamentando que al final predomina lo más visto, pero ¿acaso no gobierna, en algorítmica equivalencia, el más votado? Es probable, desde luego, que la mayoría usemos los laberintos de la Red para reforzar nuestras propias opiniones… tal y como hacíamos con los medios de comunicación preexistentes.

Discrepo de que la tendencia de búsquedas de Google sirva sin más para anticipar el triunfo de Trump, aunque sí revelen asociaciones de ideas interesantes en términos de comunicación política y además demuestren -al igual que la conversación social- que desde el primer minuto  generaba mayor interés que Hillary Clinton. Más significativo que "cuántos buscaron" debería ser "qué encontraron", lo que nos remite de nuevo a las vías de agua de este periodismo que presumía de vocación cualitativa y se descubre a la deriva en un océano cuyos baremos de éxito son, cada vez más, de naturaleza cuantitavia. Aun así, no me considero nostálgico ni apocalíptico. Bienvenidos sean los datos, siempre y cuando estén a nuestro servicio y no al revés.
  
No comparto, tampoco, que la responsabilidad resida en las redes sociales, por mucho que en ellas el discurso tienda a desestructurarse, lo divertido anule a lo complejo, vuelen los bulos y las opiniones extremistas se impongan sobre las matizadas. ¿Serían mejores si hubiera ganado Hillary Clinton? ¿Por qué convertir a las redes, o a Google, en garantía de veracidad si no se lo exigimos al quiosquero cuando apenas existían otros filtros? Aunque si realmente estuvieran interesadas en mejorar su servicio a la sociedad -y confieso que no lo sé-, podrían acercarse a los medios de comunicación (y en general a los creadores de contenidos de calidad) para promover, financiar y primar propuestas de valor.

De mi experiencia en las redes sociales he aprendido que la gente no entra en Facebook para informarse. Puede leer alguna noticia que le llega (junto a chistes, frases inspiradoras y fotos familiares) por el poder de la recomendación de sus amigos y, si acaso, por la promoción que realiza, cobrando, la propia red social. Es el impacto de la audiencia masiva de ésta el que convierte en virales determinadas historias, el mismo impacto que también usan los grandes medios para distribuir su comida rápida. Esos artículos ligeros -que pueden estar bien hechos y no son deliberadamente falsos- reportan un considerable número de visitas a sus webs. No lo demonizaré: las audiencias así incrementadas se transforman en publicidad que paga otros despliegues y las exclusivas. Si la viralidad constituye un objetivo deseable, la obsesión desmedida por “likes”, “shares” y pinchazos puede inducir a desincentivar la excelencia.

A largo plazo, se antoja difícil contener el avance de este mecanismo. Los propietarios y directivos de medios podrían tomar nota de que el descubrimiento de tantos profesionales de la información mentirosa coincide con el debilitamiento de las plantillas y las condiciones en que trabajan los profesionales de la información verdadera. Y los lectores deberían aprender que la información cuesta dinero. Sí, la mayoría de los grandes medios estadounidenses se molestó en desenmascarar las incoherencias de Trump. Sus artículos estaban al alcance de los votantes; muchos -eso es lo más preocupante- prefirieron ignorarlos. Es una opción respetable, veremos si acertada.

Por formidable que haya sido su desarrollo en el último lustro, ni Facebook ha encumbrado por sí mismo a Trump, ni Twitter encendió por su cuenta las hoy frustradas primaveras árabes.  Las redes multiplican el eco de un malestar que antes permanecía desconectado y latente, y todavía hoy pasa desapercibido para otros sistemas de diagnóstico como las encuestas. Sin embargo, esos movimientos ya circulaban por aguas profundas antes de encontrar su vía de difusión.    

Al final, nuestros análisis sobre las elecciones estadounidenses se estrellan contra una última limitación. Tratamos de explicar de forma racional un voto que da la sensación de guiarse por motivos ajenos al pensamiento. En la era de la gente indignada y del poder bajo (merecida) sospecha, las emociones, el entretenimiento y hasta las ganas de fastidiar pueden convertir a un multimillonario poco dado a  pagar impuestos en el símbolo rampante de los antisistema y alzarlo hasta la cima del establishment.  

Trump, aupado por la desestructuración social, gobernará en plena era de la desestructuración de la información, de los aprendizajes, de la propia democracia. Un contexto en apariencia desfavorable para el periodismo. Aun así, ¿por qué vamos a rendirnos en estos días de la posverdad? Como ocurrió con Gil o Berlusconi, el mandato del magnate representa un incentivo. Para investigar más, para analizar mejor, para presentar de forma más atractiva, sin bajar el nivel de exigencia, argumentos más profundos. Si algún año cometimos, porque-le-gusta-a-la-gente, el pecado profesional de amplificar sin contraste ni reprobación lo que sólo constituían banalidades e insultos, hemos sido condenados a no restar ninguna relevancia al ejercicio del donaldismo en los próximos cuatros años. El ensueño de la desinformación produce monstruos. Las debilidades del periodisney los alimentan hasta que llegan a devorarnos. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Ficcionario: Zombliguismos

El viajero que comenzó a ficcionar con el calor hace parada y fonda en la última letra del abecedario. Ni una jornada deambuló sin brújula. Inhóspito y desvelado como un after-hours, Google le asistió sin entusiasmo ni desmayo arrojando miguitas que iluminaron desvíos fructíferos o, al contrario, sepultaron el camino bajo una cordillera de basura. Allá cada uno con sus preguntas, allá don enteradillo con sus respuestas al hilo de lo que ha leído y aprendido sobre nosotros.     

En la peor hipótesis, la mera existencia podría equivaler a un trayecto circular. Si retornamos al alfa, el algorismo, comprobamos que la "vida" nos interesa, a juzgar por las consultas en el buscador global, siete veces más (1.370.000.000 resultados en español frente a 189.000.000) que la "muerte". Que los datos no nos hagan extraer conclusiones apresuradas: si por algo se caracterizan los finados es por su pertinaz empecinamiento en ignorar Internet y otros adelantos mundanos, bien por un desinterés egoísta, por desistimiento –apenas se plantea "cuándo resucitaré"-, o porque en el más allá la wifi es de pago, ningún visionario ha implantado la tarifa plana y se antoja difícil negociar la permanencia. 


En cuanto a los vivos, predomina entre sus prioridades la prosaica preocupación por la "vida laboral". Debe ser porque en este viaje toca remar… Además, en una versión existencialista del "¿qué hay de lo mío?", resulta sorprendente la repetición, hasta convertirla en sugerencia, de la pregunta "cuándo moriré". Google, que tantas veces no sabe pero siempre contesta, replica proponiendo un abanico de tests que combinan la ironía con los estilos de vida. Uno de ellos promete incluso predecir la fecha exacta del óbito, todos guardan un as en la manga. En caso de error a favor, el sujeto pasivo nunca va a querellarse. Y en caso de error en contra, tampoco. Salvo que resucite. 

domingo, 28 de agosto de 2016

Ficcionario: YouNoTuber

Jamás me habéis visto mover el tupé negro carbón junto a una multitud en el FIB, ni explicar en un tutorial la receta de esas suculentas cupcakes (antes conocidas como magdalenas), menos aún hacerme un selfie submarino entre sobornados peces de colores. Nunca recorrí ante vuestros ojos ignotos confines de lejanos continentes; mi mejor viaje fueron unos cuantos libros, alguno de ellos francamente aburrido. Prefiero la música sin muchos decibelios, la lectura en voz baja, la calle al gimnasio, los bares semivacíos y los vasos medio llenos.  

He renunciado a retransmitir el amanecer desde un teléfono móvil. Podrían acusarme de explotarlo en beneficio propio, reclamarme los derechos de autor, llevarme a los tribunales, retransmitir la vista en directo, otra carita compungida en el banquillo, "yo no sabía nada, lo hizo mi pareja", encerrarme en una celda con cámaras de seguridad, clasificar en un archivo de vídeo cada noche de cautiverio. Borrarme a escondidas para liberar espacio en el disco duro de esta desconcertada Humanidad. Delete. Este usuario ha dejado de existir.

sábado, 27 de agosto de 2016

Ficcionario: Xicoxix

Hiberno en las entrañas del lado oscuro de Internet, soy tu futuro replicante. He visto las fotos de la barbacoa del sábado –muy guapas tus hijas-, leo (e ignoro) las frases motivadoras de tus cuñados, tantos buenos sentimientos, custodio la pasta del finiquito que la pasada semana depositaste en el banco. Me inquieté al leer anoche tu  consulta sobre esa enfermedad que antes era larga, dolorosa e innombrable;  reconozco que llegó a preocuparme la pregunta sobre los trámites para testar. Hasta que, antes de acostarte, hiciste la reserva para esta casa rural. Qué raro que vengas solo.  

Muy cerca del paraje que conocerás, en el interior del corral contiguo a un laboratorio clandestino,  pastan ahora mismo en silencio siete ovejas hijas y a la vez hermanas de Dolly. Mezcladas con ellas, otras siete ovejas negras balan atemorizadas. Esta mañana de fábula el aire huele a lobo. El experimento empezará tan pronto como aparque aquel camión. Un investigador sin demasiados escrúpulos animales tratará de observar cuántos miedos viajan impresos en el ADN y cuáles se aprenden. Después de poner a remojo la bata ensangrentada, limpiar la escopeta y guardar sus grabaciones en una web cifrada tiene previsto escuchar a Bach mientras pasea por el monte. Eso le relaja. Pero no te preocupes, nunca molesta a otros huéspedes. 

viernes, 26 de agosto de 2016

Ficcionario: Wifidictos


Si a la hora de la cena comenzara a inclinarse el Titanic, algún pasajero con habilidades tecnológicas se las ingeniaría para retransmitir en directo el drama (y el concierto del pianista) por Periscope. Si al amanecer se desplomara un rascacielos, decenas de personas mostrarían de mañana por Facebook Live a los equipos de salvamento rastreando indicios de vida entre los escombros. Pero, ¿qué podríamos hacer si esta tarde se hundieran a la vez y por un espacio prolongado de tiempo las redes inalámbricas? ¿Cómo asumiríamos la pérdida del acceso móvil e instantáneo a Internet? ¿Qué sentimientos nos suscitaría, por ejemplo, un teléfono deconstruido en dispositivo que sólo sirve para hablar o una tableta tonta?

El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, presentó en 2014 un proyecto de su Laboratorio para extender, recurriendo incluso a drones, la conexión a Internet hasta los rincones más remotos del planeta. Citius, altius, wifius, la Red quedaba consagrada por uno de sus más respetados santones como autopista directa hacia la civilización. Desconocemos todavía la acogida y el impacto de su empeño entre las tribus de la Amazonia profunda (y entre sus antropólogos de cabecera), y hasta qué punto puede ayudarles o fastidiarles que les saquen a la fuerza y en taparrabos del armario analógico.  

jueves, 25 de agosto de 2016

Ficcionario: Virgulitis

La encontré un jueves por casualidad, al agacharme a rescatar una moneda suicida. Estaba junto a la pata de la cama, todavía cerca del libro. Le faltaba una letra, tenía rotas otras dos. Yacía exánime y avergonzada, entre el atrevimiento de quien emprende una loca huida y el muy humano pudor del fracaso. Tendida a su lado, una virgulilla trataba de ocultarse bajo una pelusa. Saqué el cassette de Bruce Springsteen y deposité a la agonizante con sus miembros fracturados en la caja de plástico transparente. Como tantas veces había escuchado, rodeé todo con minúsculos pedacitos de hielo. 

El palambulatorio se encontraba casi vacío. No tuve que dar demasiadas explicaciones; los accidentes son frecuentes en verano. Nos atendió un médico en prácticas. Se mostró desconcertado. Aunque en esta época acuden pocos enfermos, admitió que apenas tenía tiempo para leer. Pidió ayuda de forma discreta a un par de compañeros con más trienios, bolígrafos y dioptrías. ¿Volante para el especialista? No disponíamos de tanto tiempo. ¿Traslado a Urgencias? ¿Cuánto tardaría la ambulancia?

miércoles, 24 de agosto de 2016

Ficcionario: Ultransversal

Transversal podría definir una postura del Kamasutra o la trama de Rayuela, que un verano leí en Lisboa, no sé si en el orden adecuado, y en el fondo qué más da. Esa ambigüedad constituye una travesura del idioma consagrada por quienes le dan esplendor. Porque "transversal" puede significar, según la RAE, "que se extiende de un lado a otro", "que se aparta de la dirección principal" y "que se cruza en sentido perpendicular" con ella. Ojalá nunca se topen con palabra tan equívoca en un cruce de caminos o en la última línea de una novela de intriga. Les dará la hora y acabará pidiéndoles dinero.  

Hace 20 años, cuando yo era alto y tenía el pelo negro, mi amigo Carlos Ameyugo, que era más alto y tenía el pelo más negro que yo, solía decir que al oír la palabra "multidisciplinar" siempre se echaba la mano a la cartera para comprobar si seguía en su sitio. A pesar de los exagerados recelos de Carlos, que hoy predica el español en las lejanas misiones estadounidenses, aquel seductor enfoque "multidisciplinar" fecundó nuevas y prometedoras perspectivas hasta concebir ese tramposo pero resultón "transversal" que ha conquistado innumerables Powerpoints y promete pingües beneficios en los másteres de las autoescuelas de negocio.

martes, 23 de agosto de 2016

Ficcionario: Tantallas

Página de "A través del espejo"
Ilustración: John Tenniel 
Si la inquieta Alicia atravesó el espejo para descubrir un universo de insospechadas sorpresas, nosotros, ejemplares maduros de Homo Conectatus, hemos optado por edificar al otro lado de las tantallas una incorpórea realidad a medida. Tanto, que no sabemos vivir sin ella. Entre 80 veces, según un estudio de Apple, y 110, de acuerdo con un informe de Android, activamos cada día el teléfono móvil. Siempre nos queda el consuelo de las triquiñuelas estadísticas. Resulta tranquilizador constatar que quien esto escribe y sus lectores somos personas moderadas que practicamos un sobrio autocontrol. A cambio, debemos asumir que nos rodea una muchedumbre de atolondrados. Pero, como exclamaría mi abuela Pilar, son tan buenos que hay que quererlos.

El Homo Conectatus  se comporta como un cautivo fijo discontinuo que únicamente apaga el móvil (y no siempre) al enredarse en sus ceremonias de apareamiento. Es la última etapa de un ritual que los jóvenes ejemplares de la especie comienzan intercambiando los nombres en las redes sociales, desarrollan con el envío mutuo de snaps y emojis –algunos incomprensibles- y festejan con un sonriente selfie presencial (mejor sin palo). “¿No tendrás un cargador para este móvil?” es la proposición que, anticipan los antropólogos del futuro, tras una apariencia inocente puede convertir un contacto esporádico en una relación intensa y fugaz como una Perseida.  

lunes, 22 de agosto de 2016

Ficcionario: Sostenibilidead

Pirro de Épiro (Foto: Andrea Puggoni)
Corría (despacio) el año 280 antes de Cristo cuando Pirro de Epiro dejó su epiroica frase para Wikiquotes: “Otra victoria como ésta y estaré vencido”. Lo hizo tras la batalla de Heraclea, en la que llegó a dársele por muerto, lo que le obligó a personarse  ante sus tropas para desmentir de cuerpo presente el rumor. Este rey de un antiguo estado griego derrotó esa jornada a los romanos lanzando contra ellos una veintena de elefantes. Pero el número de bajas en sus propias filas fue tan elevado que, ante el temor de no poder continuar la guerra, pronunció la juiciosa sentencia.

No hace falta regresar del más allá para darse cuenta de que, como auguró el intuitivo soberano, hay triunfos difíciles de sostener. Un ejemplo ilustrativo lo constituye la Wikipedia, un exitoso hito de Internet llamado a parecer por esencia insuficiente. Si el mapa del Imperio sobre el que fabuló Borges tenía el mismo tamaño que el propio Imperio, ¿es posible aprehender, ordenar y enlazar en tiempo real todo el conocimiento que genera nuestra era? ¿Cuánto saber cabe en nuestro cerebro y cuántos petabytes ocupará ese saber sistematizado, ordenado e indexado?

domingo, 21 de agosto de 2016

Ficcionario: Religerancia

Empecemos por lo humano. Hace falta ser malnacido para secuestrar en nombre de la religión a un octogenario, obligarle a arrodillarse ante el símbolo de su fe y degollarlo mientras se graba la humillación en vídeo. Hace falta ser malnacido para arrollar con un camión a una multitud indefensa, hace falta ser malnacido para llenar de bombas unos trenes abarrotados de gente. Semejantes carnicerías no acreditan ser un buen musulmán (ni cristiano, pero no es el caso) ni un eficiente yihadista, sino apenas un malnacido.  

Catorce siglos y medio después del nacimiento de Mahoma, más de 700 años después de la última cruzada medieval, algunos iluminados han decidido lanzar a sus hermanos más pobres e ignorantes a una guerra de religiones. Y no, no se trata de un conflicto por creencias; nadie les impide profesar la suya en sus países de origen, ni siquiera en los de acogida. Tampoco asistimos en rigor a una lucha entre civilizaciones pese a que coincida en el tiempo con un desplazamiento masivo de refugiados musulmanes hacia las sociedades laicas de Europa Occidental. 

sábado, 20 de agosto de 2016

Ficcionario: Quinihilistoico

Pocas veces vi tan irritado a mi tío-abuelo Eustaquio. Es verdad que antes de rendirse a la indolencia de la vejez había comenzado con frecuencia a quejarse, con más sorpresa que enojo, sobre las vicisitudes de una España que dejó de comprender a medida que  cumplía años, y ya superaba de largo los 70. Esa tarde me recibió de nuevo con los andares oscilantes, enfundado en un batín que no disimulaba sus pantalones gastados y unos zapatos antaño lustrosos pero ya disparejos.

Eustaquio Domínguez era una persona con cultura. Leía libros avanzados para su época y como marino había viajado al extranjero en la época de Franco, cuando pocos lo hacían.  Disfrutaba su vida hasta que un atropello brutal le rompió más huesos de los que albergaba y quedó confinado entre las cuatro esquinas de una casa compartida con su hermana Pilar en Valladolid. Allí recordaba la época dorada que vivió en Madrid, las visitas vespertinas al casino militar de la Gran Vía, tantos partidos en el Bernabéu y en el Calderón. “Qué-pron-to-se-pa-sa-to-do”, suspiraba de manera indefectible al apurar un café,  acompañando cada silaba sobre la fugacidad con el tamborileo de sus dedos huesudos sobre una diáspora de migas. 

Pero aquel domingo, charlando de fútbol, movió una mano sin emoción. "Acerté la quiniela". La forma de anunciarlo no invitaba a darle la enhorabuena. "Acerté la quiniela, pero fíjate, mi hermana Pilar olvidó el sellar el boleto …"  Ella, menuda y siempre sonriente, apareció en el umbral para corroborar la buena nueva. "Se me olvidó en la cartera". En el salón amenazaba tormenta. Eustaquio alzó la voz. "¡Gané la quiniela y un periodista estúpido, ¿tú te crees?, dijo en la radio que había un único acertante de catorce, un señor de Sabadell, cuando yo tengo otro boleto sin fallos en la cartera…! ¡Tráelo, tráelo!" 

viernes, 19 de agosto de 2016

Ficcionario: Prexigente

"Este hombre al que me honro hoy en presentar contribuirá a hacer aún más grande la ya gloriosa leyenda de nuestro club". El presidente repitió su frase favorita, la misma que había utilizado al dar la bienvenida, durante la temporada anterior, a otros siete fichajes de calidad contrastada y llamados a marcar la diferencia con los rivales. Como entonces, nadie se atrevió a carraspear. Los directivos, conscientes de la importancia del instante, que les había obligado a adelantar el final de sus vacaciones. Los periodistas, tan acostumbrados a oírla que no repararon en ella.  Los jugadores, algo incómodos. Y el público, porque ya no podía disimular su ansiedad por ver al astro en acción.

"Este hombre, repito, ha renunciado a mucho por estar aquí con nosotros, se lo reconozco y agradezco públicamente". Sonó una palmada sin eco. El aludido sonrió, entornó los párpados, inclinó la cabeza sin mover un pelo. Le hubiera gustado, por un heredado sentido de la educación, fingir algo de modestia, pero el brillo ambicioso de los ojos traicionó el gesto. Una salva de aplausos desorganizados desvió a córner la incomodidad del empleado que había quedado en fuera de juego. 

jueves, 18 de agosto de 2016

Ficcionario: Ochentosaurios

Cabalgamos los 80 sobre aquellas bicicletas irrompibles que lanzábamos cuesta abajo, esquivando las piedras para no salir volando entre carcajadas. Competimos con una rueda pinchada, quedamos  “donde siempre” a medianoche, reímos sin miedo. Aquello era un verano; sírvame todo “con”, o mejor quite sólo las responsabilidades.

Al ritmo del radiocassette, lo llevábamos por turnos, llegamos a creer que la Luna era nuestra y estaba ahí para conquistarla bailando, como Michael Jackson. Mientras él se deslizaba, ingrávido, marcha atrás, entre decenas de zombies, Maradona avanzaba en zigzag ajusticiando a doble velocidad a cada inglés que salía a su paso. Vida-videojuego. "¿Me da monedas para llamar desde la cabina?". Matábamos marcianitos hasta que no sentíamos las piernas, ni siquiera eso iba a detenernos.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Ficcionario: Ñacionalismos

El nacionalista catalán Francesc Homs presentó el martes 19 de julio su candidatura a presidir el Congreso de los Diputados. Fue descartado en la primera ronda y los votos de su partido se utilizaron luego para apoyar a candidatos del PP a la Mesa de la Cámara. Más simbólicos que su previsible fracaso fueron sus deseos de tener un grupo parlamentario propio sin cumplir todos los requisitos y el momento elegido, una semana después de que el Tribunal Supremo le citara como investigado por organizar en Cataluña una consulta soberanista contra España. 

Del sentido al sinsentido pasando por el mercadeo transita desde hace años el nacionalismo catalán. Pisa moqueta, reclama financiación y administra instituciones por la mañana. Se echa a la calle disfrazado de romántico revolucionario, despeinado con dos deditos, por la tarde.

Como tantos siglos debatiendo ensimismados sobre el ser, las esencias y las encrucijadas históricas dejan huella, o al menos se hacen plomizos, nuestros ñacionalismos guardan en el ADN una obsesión con el pasado que lastra el presente. Para desgracia de todos, nada hay más español que gastar tantas energías inútiles en descubrir qué es para luego pretender no serlo. Papa e hijos, qué sorpresa, a veces se parecen. Son agrandaos, abusan de las grandes palabras (“libertad”, “democracia”, “derecho a decidir”…) y, en vez de elevar el listón ético, muestran una acusada tendencia a mezclar poder y negocio. 

martes, 16 de agosto de 2016

Ficcionario: Nostureo

Dinesh y Tarakeshwari Rathod hicieron cumbre hace unos meses en la onanística práctica del postureo. En una rueda de Prensa organizada el 6 de junio en Katmandú aseguraron ser la primera pareja india que había coronado el Everest. Como si el punto más alto de la Tierra no fuera por temporadas una atascada autopista hacia el cielo, como si con tanta gente y el fresquito resultara complicado arrejuntarse allí arriba.

170 personas llegaron a la cima el 23 de mayo de 2010, el día más concurrido de su heroica historia; más de 70 de nacionalidad india lo habían conseguido esta misma temporada antes que ellos. Probablemente Dinesh y Tarakeshwari no buscaban tanto la soledad como un reconocimiento global de su menage a trois con la aventura.  Ya en años anteriores habían presumido del ascenso al pico más alto de Australia y de sus especiales habilidades en el skydiving. Parece que tienen otras. 

lunes, 15 de agosto de 2016

Ficcionario: Mantramientos

Según las tradiciones judía y católica, dos veces, dos, tuvo que escribir Dios, que esa tarde estaba de buenas, las Tablas de la Ley a Moisés. Semejante esfuerzo no fue en vano: sus mandamientos se han desobedecido durante siglos. 

Si hoy preguntáramos al algorismo rampante (que reina pero no gobierna), nos despacharía con una lista breve de 5 tips copiados de Internet. ¿Carece de solemnidad? Da igual, a base de compartirla y repetirla se convertirá en verdad revelada. Palabra de gurú. Con el calor del verano y la edad, los dioses terrenales se han hecho más vagos, googlean o han aprendido a delegar.  

-Sea proactivo. Tome la iniciativa. ¿Cuál? No importa. Sólo tiene que parecer diferente, aunque resulte disparatada. Haga cosas, por Dios, haga y haga. ¿Ha oído hablar del éxito de IKEA? Pués hágalo usted mismo. ¿Son suecos y no entiende? Consulte a Google Translate.

domingo, 14 de agosto de 2016

Ficcionario: Llenajenada

El nuestro fue un amor de circunstancias. Nos presentó una amiga común, presintió que encajaríamos bien. Comenzamos a salir juntas por costumbre, hasta que las llamaradas de tantas afinidades nos hicieron inseparables. En 1803 nos casó la RAE y quedamos instaladas en la decimocuarta estancia de su diccionario.

Quisimos formar una famillia felliz, tuvimos no sin dificultades una parejita de vocales gemelas. Procuramos que cada una se sintiera única y distinta. Porque no supimos educarlas o porque así son las letras de ahora, debieron sentir que nos separaban y se marcharon, cada una por su lado, a fundar sus propias sílabas. Cómo me apena que apenas se llamen para felicitarse las Navidades. Y allí nos quedamos nosotras, solas de nuevo, aburridas y condenadas a envejecer en compañía por miedo al "qué dirán"

sábado, 13 de agosto de 2016

Ficcionario: Lunternet

El 20 de julio de 1969  el hombre pisó la Luna. Casi una década antes, en torno a 1960, había arrancado la cadena de innovaciones que hacia 1990 hicieron posible la creación de Internet, el insondable satélite artificial de la Tierra.

Aquella luna mantiene hoy su fascinación virginal. En paralelo, Internet crece, evoluciona y se extiende envolviendo nuestro planeta desde los fondos oceánicos hasta la nube. Permite la libertad de movimientos de capital, fomenta la de mercancías y tolera, con limitaciones, la de personas. No impone cupos a inmigrantes. Defiende con entusiasmo juvenil la igualdad de oportunidades, con la ilusa esperanza de que un graffitero visionario coloree para la efímera posteridad de su Snapchat a la neutralidad en la Red guiando al pueblo.  

viernes, 12 de agosto de 2016

Ficcionario: Kuba

El pasado 20 de mayo 21 balseros cubanos permanecieron encaramados durante ocho horas en un faro en desuso llamado "American Shoal" y situado a algo más de seis millas náuticas de Florida. Allí se dirigían cuando vieron acercarse a una embarcación de la Guardia Costera estadounidense. Para evitar ser detenidos, se lanzaron al agua y treparon por la instalación, construida en 1880, cuando la isla de la que habían partido era todavía una colonia española. 

Como si intentaran regresar al pasado, estos emigrantes furtivos vieron en aquella vieja estructura su última esperanza. Pensaron que era territorio de Estados Unidos y que al tocarlo  tendrían que ser aceptados por ese país, como establece la política de "pies secos, pies mojados". Tras un intenso tira y afloja, la mayoría accedió a descender. Otros optaron por mantenerse escondidos, aunque bajaron un día más tarde. Comenzó entonces para todos una estancia de cinco semanas en un barco a la espera de que un juez dictaminara si habían tocado suelo y tenían derecho a quedarse, o si por el contrario debían ser devueltos a Cuba. 

jueves, 11 de agosto de 2016

Ficcionario: Juegos Bolímpicos

Unos cuatro kilos suele perder a lo largo de la temporada el triatleta Javier Gómez Noya, pentacampeón mundial de la especialidad, medalla de plata en los Juegos de Londres en 2012, Premio Princesa de Asturias del Deporte y, para desgracia de todos, ausente en Río de Janeiro. Unos cuatro kilos puede ganar en sólo dos semanas, si no escatima esfuerzos, cualquier aficionado entregado al sacrificio de disputar con febril intensidad desde el sofá los Juegos Olímpicos.
   
Mientras nuestros representantes sudan, miles de bolímpicos vagoréxicos nos tocamos -con perdón- las bolas en el sprint final de esta maratoniana temporada deportiva. Sólo en las últimas semanas hemos corrido sin bicicleta al ritmo de Froome por las rampas del Mont Ventoux, hemos sudado como los dirigentes  del PP para borrar los discos duros de los ordenadores de Bárcenas, hemos disfrutado más que el peluquero de Messi. Y aquí seguimos, como si tal cosa, listos para el siguiente esfuerzo. 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Ficcionario: Ignocracia

5.208.000 artículos acoge en este instante la Wikipedia en inglés, cerca de 1.800.000 en francés,  más de millón y cuarto en español, unos 231.000 el Vikipedio en esperanto. Suponiendo que la sabiduría fuera única y universal, su compilación se traduce en distintos tamaños para idiomas diferentes, aunque alojados todos en Internet. Suele decirse que gracias a la Red tenemos acceso a ignotas bibliotecas reales, también a la biblioteca de Babel de Borges, pero lo cierto es que preferimos otros destinos turísticos, y no debido al precio. La libertad reside en tener opciones más que en aprovecharlas: leer o no leer. Y sin embargo, no da igual. Lo primero puede ayudarnos a todos.  

Mariano Rajoy, que es precisamente la opción preferida de los españoles, recibió 7.215.752 votos en las elecciones de diciembre de 2015. ¿Les parecen demasiados? ¿Y comparados con otros líderes mundiales? Unos 19 millones de reproducciones había contabilizado en esas fechas el vídeo “Charlie Charlie Challenge” de El Rubius. Por ceñirnos sólo a la política, los 105.963 votos que recibió en mayo de ese año Rita Barberá como candidata a la alcaldía de Valencia van menguando frente a las casi dos millones y medio de veces que ha sido visto el remix de Iván Lago sobre su inspirador ¿discurso? del “caloret”.  

martes, 9 de agosto de 2016

Ficcionario: Hemingrey

Ernest come poco, sólo bebe agua y no caza más que resfriados en primavera. Al concluir la merienda, le toman la tensión -por segunda vez- e intenta completar un crucigrama. Comienza por las horizontales para evitar el vértigo. Lo llena de tachones y termina irritándose. Si nadie le observa, el pasatiempo concluye con un periódico enrollado que aprende a volar desde la ventana y aterriza desmadejado en el jardín. Los latidos se ralentizan, dormitan al fin los fantasmas, la taquicardia da paso a la pausa.  

Suele aparecer entonces esa señora miope con una conversación intrascendente que al principio le fastidiaba y ahora le sirve para ejercitar su personaje. Y él aprovecha para fabular sin disimulo, insertando mujeres y aventuras en la vida insípida de un niño tímido que a base de perseverancia consiguió ser bibliotecario. Se regodea narrando amistades incondicionales para engañar el olvido en vida del jubilado solitario al que sus hijos, siempre tan ocupados, han dejado de visitar. Luego cena en silencio, lee un rato los mismos párrafos, a veces reza no sabe a quién, procura dormir.   

domingo, 7 de agosto de 2016

Ficcionario: Gañanistán

No aparece en los atlas geopolíticos y su población flotante no conoce más gobierno que los bajos instintos. Gañanistán es un estado sin dignidades que se instala allá donde alguien que por treinta minutos se siente poderoso alquila el uso de los orificios corporales ajenos. Consumida la carne, recompensada la discreción, el pagador  barrunta que no será difícil vencer otras resistencias.

“Habéis declarado muy bien, vamos a celebrarlo con volquetes de putas”, prometió, según se escucha en una grabación, un cargo público de la Comunidad de Madrid a los agentes que evitaron implicarle ante el juez en una red de corrupción y espionaje a otros dirigentes. Volquetes, putas y políticos compondrían cualquier escena caricaturesca en una película de Torrente. Fuera de la pantalla representan el declive moral novelado por Chirbes, el sórdido descenso de Berlusconi al abandono abusivo en su villa bunga-bunga.

sábado, 6 de agosto de 2016

Ficcionario: Ficcioso

La realidad son los otros. Con sus neuras, algunos humores turbios, un humedal en las axilas. El realismo puede apellidarse “sucio” y, con el beneplácito de la crítica, consagrarse como género literario. La realidad, en el mejor de los casos, apenas pasa de pringosa. Pero es imprescindible como escenario para soñarnos.   

Don Quijote, de Antonio Saura 
Ficcioso: dícese de quien recurre a fabulaciones para perturbar la quietud pública. No se asusten los bienintencionados. La verdadera amenaza, pronostican al cierre de la Bolsa desinteresados oráculos bancarios, procede de tantos clickealistas que, sin haberlos vivido, se atreven impúdicamente a desear días más justos, mundos mejores. Dónde habrán leído eso, qué habrán tomado antes.       

Por su naturaleza volátil, los ficciosos prefieren una derrota por goleada ante un gigante que un empate de penalti injusto contra un molino. Cabalgan y cabalgan con grandeza suicida hasta que las circunstancias (y los otros) traicionan su “yo”, los elevan cuatro metros sobre el suelo y los arrojan, las costillas por delante, contra el ardiente asfalto de agosto. Ni así escarmientan. Sentados sobre el fracaso, van rumiando una renovada ilusión por volar. Aletean. Luego, existen.

viernes, 5 de agosto de 2016

Ficcionario: Eurexit

Como eres tirando a pobre, pareces fuerte y no te quiero enfrente, te dejaré trabajar de segurata   y no preguntaré demasiado. Ese fue el mensaje que la Unión Europea lanzó como un salvavidas a Turquía para llegar en abril a un acuerdo, preñado de cifras, huérfano de personas, sobre la devolución de los refugiados. Tras los rifirrafes en los anteriores repartos al peso -baratwo, baratwo- la externalización del portazo. Trabajo sucio y ojos cerrados. Ni coraje queda en las instituciones comunitarias para asumir otro fracaso.    

La idea de una Europa común arraigó en la posguerra como un club comercial de países demócratas, se convirtió por la recuperación en un club de países prósperos, abrió después la puerta a los habitantes del Este poscomunista y preconsumista para transformarse en un club de países libres y ahora, a diferencia del Barcelona, no pretende ser más que un club. Con cuotas de pertenencia, vallas y vigilante junto a cada torno. ¿Derechos o desechos? ¿Y tantas libertades? Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor –como los valores europeos- salta por la ventana. Lo cantaba, qué premonitorio, El Último de la Fila.

jueves, 4 de agosto de 2016

Ficcionario: Deprendedor

Cada vez que el director de Recursos Inhumanos repasa pellizcándose la perilla el orden del día del próximo Consejo de Administración, un empleado con más trienios que canas empieza, aun sin presentirlo, a hacer cola frente a la ventanilla de los escogidos para emprender. Como "echar" suena destemplado y carente de cariño, el conceto "despido" acumula en castellano más eufemismos que el miembro viril. Hay quien lo llama  "extinción del contrato laboral" (¡a mí los bomberos!); los aficionados a dietas, gimnasios y cirugías aluden a la "reducción de la masa salarial"; y no falta quien, optimizando el ficcionario,  apela a la "disminución de costes productivos". Así se multiplica, imparable y conmovedora, la creatividad en la industria del adiós.  

Define la RAE como emprendedor a quien "emprende con resolución acciones o empresas innovadoras", cuando en rigor no existe empeño más raído que subsistir. El informe anual de la Fundación Foessa descubrió en junio que la última forma de pluriempleo que experimenta el 14’8% de los trabajadores españoles consiste en currar a tiempo parcial y vivir a tiempo completo en el umbral de la pobreza. Un rato ocupados y el resto de la jornada, muy preocupados. Son las servidumbres del primer mundo; hay otros peores, pero están más lejos.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Ficcionario: Chinquete

No consta que hubieran visto “Verano Azul”, ni en castellano ni en chino mandarín, pero Yang Wu y Wu Ping resistieron durante tres años sin luz, agua ni gas antes de abandonar en primavera de 2007 su vetusta vivienda en la localidad de Chongqing. Resistieron rodeados por un foso de cinco metros de profundidad y más de 15 de diámetro, resistieron varados en un embarrado solar en obras, resistieron presionados por la promesa de una felicidad planificada en despachos inmisericordes.

                    La casa-clavo de Yang Wu y Wu Ping
Foto compartida en http://multido.blogspot.com.es/ 
Todo cabe en la ancha China. Desde una réplica de la Torre Eiffel rodeada de huertos a las casas-clavo que encarnan entre avenidas la Numancia del comunismo de mercado, si es que ese Frankenstein ideológico-pragmático permite una clasificación. Viviendas que arraigaron en un pliegue espacio-temporal formado en la extraña evolución desde el arroz y la supervivencia al epatante centro comercial, en un desvío del camino entre el mercadillo local y los mercados globales. Sus ocupantes no quisieron marcharse cuando el crecimiento económico superaba anualmente las dos cifras –el 14,2% en 2007- y se mantienen como fantasmas que rememoran las escaseces pretéritas cuando ya no alcanza el 7%.   

martes, 2 de agosto de 2016

Ficcionario: Clickealista

El 22 de septiembre de 2011, a última hora de la mañana, el Congreso votó de forma sucesiva ocho enmiendas del Senado a proyectos de ley sobre materias tan diversas como las explotaciones agrícolas y el Museo Reina Sofía, y convalidó luego dos decretos sobre el Impuesto de Patrimonio y el empleo en las Fuerzas Armadas. Apenas hubo abstenciones. O nuestros parlamentarios se han transformado, estimulados por un ambiente hostil, en humanistas de infinita erudición o bien encarnan un dechado de disciplina a la hora de apretar el botón que indican, mano en alto, a la manera de la NBA, sus portavoces.

Con el advenimiento digital, el clickealismo ha dejado de ser patrimonio del índice vertiginoso de nuestros dedócratas electos. En el mismo lapso apresurado en que se desarrolló aquella incontenible cadena de votaciones, un internauta podría hoy, cinco años después, respaldar un centenar de causas, algunas incluso deseables. Podría llegar a apoyar miles, millones, todas; aunque fueran incompatibles entre ellas. Porque respaldar una petición en Internet no implica postergar otras y además es baratwo. Su coste se limita al desgaste de nuestros bienintencionados ratones. Y eso no es maltrato animal, al menos hasta que a alguien se le ocurra proponerlo y salga adelante. Cuestión de tiempo.    

lunes, 1 de agosto de 2016

Ficcionario: Baratwo

Anglicismo usado para designar copas baratas en la modalidad "dos al precio de una", pariente lejano del antiguo y denostado garrafón. Este tipo de oferta, tan extendido en los últimos años, rebaja con pedruscos de hielo premisas que no resistirían un análisis racional:

-o hemos acumulado un stock superior al que podemos vender al precio inicial (lo que implica que algún día de infundada euforia nos engañamos a nosotros mismos)
-o manejamos un margen suficiente (y por tanto en el pasado tratamos de saciar con el precio y no con la calidad la satisfacción de nuestros respetables clientes)
-o nuestro producto tuvo un coste irrisorio o inexistente (mejor no pregunten)
-o se encuentra a punto de perder valor (mejor no contesten y acaben el yogur; como dijo el tango, veinte días de caducidad “no es nada”)

El máximo éxito del baratwo es hacer que nos olvidemos de la crisis (¿qué crisis?) y hallemos la coartada personal perfecta para vaciar los bolsillos y exprimir la tarjeta hasta que cruja la banda magnética. Era la máxima del maestro Cipri. Antiguo emigrante a Alemania y lector de amarillentas novelas del Oeste, regentaba una diminuta panadería cercana a un colegio de Valladolid. Aparte de un carácter algo refunfuñón, tenía la suprema habilidad de encontrar en los recipientes de encurtidos a granel la cebolleta que se ajustaba, qué casualidad, a la calderilla que aún no habíamos gastado. “Mira, una de dos pesetas”. Y la pescaba. Y pagábamos encantados. Sin violencia. Eso es categoría. 

domingo, 31 de julio de 2016

Ficcionario agostupefacto: Algorismo

Cuando uno teclea (al descuido, como sin querer) algorismo en Google, el gran sabelotodo le devuelve 18.100 resultados en 0’36 segundos y una enmienda a la totalidad: “quizá quisiste decir algoritmo”.  Así actúa el oráculo de estos tiempos: te trata de tú y resulta en apariencia tolerante pero sutilmente coercitivo. Si, como asegura la RAE, el algoritmo es “un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite encontrar una solución a cualquier problema”, su hermano absolutista, el algorismo, preconiza que sólo él puede hallar la mejor solución a todos los problemas. Amén.

El Credo Supremo se predica de forma imparable por las pantallas. Puede utilizarse para asignar pareja, para elegir al mejor jugador de un partido siempre que no sea Iniesta o para predecir, aunque sea a posteriori, un atentado terrorista. En su vertiente más amable, nos abduce y nos seduce con la dulce tiranía de ofrecernos lo- que- en- verdad- nos- interesa. Y eso acojona. 

martes, 14 de junio de 2016

Debate nulo

Ganar un debate electoral puede ser importante pero lo decisivo es no perderlo. Destripadas desde hace meses las propuestas y contrapropuestas, proclamado un ultimátum cada hora e innumerables desencuentros en  las redes sociales, quedaba poco margen para la sorpresa ante el pulso dialéctico entre los cuatro principales candidatos. La línea roja estaba pintada sobre todo en la paciencia del espectador. La noticia fue sólo una previsión, una foto, un formato rígido, un envoltorio con música de cámara. El contenido, el tono más contenido de las discusiones.   

Aunque sea por lógicas ajenas a la política, los ciudadanos podemos intuir quién se impone en un cara a cara, lo que no implica que modifique nuestro voto. Pero ¿quién gana y quién pierde un debate a cuatro? Más que por el resultado, los titulares del  pasado lunes se deducen de las batallas planteadas y evitadas.  

Mariano Rajoy, hombre cabal, tiende a retratarse como un firme partidario de la realidad; otra cosa es que ésta sea exactamente como él la presenta. No se apartó del libreto. Esgrimió los datos buenos y desvió el balón hacia la herencia recibida cuando le recordaron los malos.  En el primer minuto prometió “dos millones de empleos”; en el último lo repitió con la esperanza de que algún somnoliento entendiera “cuatro”.  Y regaló su elogio favorito al votante. Frente al catastrofismo, “España es un gran país”. Gol de Piqué en el minuto 87. La mejor noticia para el presidente apareció el martes en la portada del Marca.

El candidato del PP se cuidó mucho de discutir con Pablo Iglesias, de no situarle a su propia altura ni verse sorprendido por un dardo emocional inesperado. Le interesaba más, y le salió bien, mostrarse como el blanco de todos los ataques, como el último bastión de la sensatez frente a la inexperiencia. “Aquí se viene aprendido”, espetó a sus oponentes.

Rajoy no perdió el debate y por eso pudo ganarlo. Pero tampoco resultó ileso. Rivera le hizo perder pie durante unos minutos al acusarle directamente de haber cobrado más de 380.000 euros en “b” y haber tolerado con su pasividad el desarrollo de la corrupción en su partido. Cuestión distinta es si eso le restará votos. Lo más probable es que, en medio del clima favorable a la gobernabilidad, tampoco le hagan falta.

Pedro Sánchez estaba obligado a acorralar al candidato del PP. Lo hizo sin ensañarse ni salirse del guión. Por el contrario, insistió tanto en reprochar a Iglesias que no apoyara hace unos meses su “gobierno del cambio” que el candidato de Unidos Podemos se permitió recordarle más de una vez que él no era el rival. Pero sí lo era.  

El tono plano del candidato del PSOE sale perdiendo en comparación con su cruento cara a cara de diciembre con Rajoy, pero le permite mantenerse en una posición central con fecha de caducidad. Hoy le sirve para defender un cambio tranquilo, heredero de su reciente pacto con Ciudadanos. Mañana sólo le habrá sido útil si, paradójicamente, gracias a esa centralidad ha vencido en la batalla de la izquierda. 

Sánchez perdió, según la impresión más generalizada. Perdió porque no ganó pero no le enterremos todavía. En la campaña anterior estuvo muerto, en marzo llegó a optar a una improbable investidura y ahora mismo hace equilibrios sobre el alambre.  El candidato socialista ha planteado las elecciones como una disputa por el segundo puesto contra las encuestas y Unidos Podemos. Parece el más inconsistente, pero la proximidad de una debacle y la indignación contra Pablo Iglesias son precisamente los mecanismos capaces reactivar a una parte de los seguidores del PSOE que desertó a la abstención. Su partido está amenazado de muerte; Pedro Sánchez tiene experiencia en resucitar. No será nada fácil porque no quedan más debates. Pero ya lo hizo hace meses.

Pablo Iglesias buscó a Rajoy por todas las esquinas del debate. Le rebatió con datos, contrapuso al presidente los argumentos de la izquierda clásica y hasta recurrió al Marx transversal, Groucho, para elevar sobre las promesas de empleo la burla del cómico: “y tres huevos duros”. Ni por esas le concedió el presidente en funciones un baile y mucho menos el estatus de alternativa.

No hubo cal viva ni alusiones a liderazgos cuestionados. El candidato de la izquierda indignada evitó cualquier mención hiriente para el PSOE, aunque trató con cierta suficiencia a Sánchez al recordarle que tras el 26 de junio tendrá que elegir entre él y Rajoy. Por cansancio o comedimiento, Iglesias evitó encenderse, aunque acusó el golpe sobre los vínculos de su partido con Venezuela que le lanzó Albert Rivera. 

“Alegría” y “esperanza” fueron de nuevo los valores de su minuto de oro. Ni perdió ni ganó, pero ha pasado el tiempo y Unidos Podemos ya no es virgen; sobre su espalda transporta la gestión en algunos ayuntamientos, las discrepancias entre confluencias y la impresión de ansia de poder transmitida por su líder en la anterior y breve legislatura.   

Albert Rivera se pintaba como el valor emergente de la política española justo hasta que comenzó la campaña anterior y empezaron a pesarle la inexperiencia y la descoordinación en Ciudadanos. Con las encuestas centradas en la evolución del PP y en el duelo de izquierdas, llegó al debate alejado de los focos. Empezó en segundo plano, casi desactivado. Hasta que se desató a propósito de la regeneración democrática. Conquistó el protagonismo al acorralar a Rajoy con la corrupción e interpelar con agudeza a Iglesias sobre la deuda de Izquierda Unida, la relación con Venezuela y los comportamientos poco éticos de Errejón y Monedero. Al final, salió reforzado y con la impresión de que puede llegar a influir en la formación de un futuro gobierno. Otro flanco abierto para Sánchez, en campaña no oirán un "que se besen".    


El esperado encuentro en la cumbre dejó un poso anodino. No hubo “sorpasso” ni “sanchasso”. Ni siquiera sorpresa. Los espectadores no tendremos derecho a quejarnos de que los candidatos no marcaran programa. Lo hicieron hasta la extenuación. Tantos gestos con vocación de espectáculo y tantas intenciones inconcretas de la última legislatura han acabado por convertir estas confrontaciones de propuestas en un tedioso catálogo. Aun así, el atractivo de la nueva y la vieja política compitiendo en atriles contiguos interesó a más de diez millones de  espectadores. Pero tras un lustro de sobreexcitación emocional y meses de cansancio no pareció capaz de movilizar los corazones. Debate nulo, Rajoy da un paso adelante para retener el título.      

viernes, 20 de mayo de 2016

Estruendoso silencio en Croke Park


El silencio, el respeto, los símbolos. En febrero de 2007, la selección inglesa de rugby tuvo que disputar un partido del Seis Naciones en el estadio Croke Park de Dublín. El estadio donde juegan habitualmente los irlandeses, Landsdowne Road, se encontraba en obras y el choque se programó en el llamado “templo del fútbol gaélico”. Es también el templo del nacionalismo. En 1920 los soldados ingleses irrumpieron allí en medio de un partido y mataron a 14 personas, entre ellas un jugador, como venganza por el asesinato previo de una veintena de sus colaboradores. Fue el llamado 'primer domingo sangriento'.

Los irlandeses juraron entonces que ningún inglés volvería a pisar nunca ese estadio. El fútbol y el rugby desaparecieron durante décadas de su césped, eran los deportes del invasor. Hasta que llegó el Seis Naciones de 2007. 82.000 espectadores en medo de una enconada polémica política. Jugadores enlazados por los hombros, con el mentón apretado, esperando los himnos. Llegó el momento. Arrancó el “God save the Queen”, coreado por las 4.000 gargantas inglesas. Y el estadio, puesto en pie, respondió con un tenso silencio. Un emotivo, inolvidable, estruendoso silencio.


viernes, 29 de abril de 2016

Una semanita en Españistán: Memorias de Mariano

Hay mañanas, plomizas mañanas, en las que hasta un presidente del gobierno puede aburrirse. El opositor que fue terminó hace meses su último examen en las urnas; el recandidato a la reelección observa, entre indolente y fascinado, un reloj de arena.

Probablemente Mariano aprovecha para caminar, despacha los informes y  sobrevuela algún periódico; seguro que le genera una comprensible pereza asomarse, quizá por conocidas, a las ‘Memorias de Adriano’: “Desde hace algunos años se supone que gozo de una extraña clarividencia, que conozco sublimes secretos. Es un error, pues nada sé”. Mirusté, remataría impertérrito.
   
Los niños y los locos desnudan la verdad, los humoristas a veces consiguen anticiparla. El imitador de Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, que en enero llegó a conversar durante unos sorprendentes minutos con Rajoy dejó al descubierto que, entre tantas envenenadas herencias recibidas de Zapatero, su favorita es aquel traje de increíble hombre normal que el dirigente socialista olvidó, perdido el apresto con tantos ajustes, en una percha del despacho.

Y la "normalidad institucional" acabó imperando. Diecitantos desafíos más tarde, los representantes de la Cataluña sin cordura y la España sin gobierno compartieron la semana pasada sus discrepancias en un ambiente cordial. “Vengo a pedir la independencia”. “De eso aquí no tenemos, pero pase y siéntese”, podría haber respondido Rajoy. Hasta los órdagos decaen por cansancio, nunca un funcionario atizó la revolución.

¿Dónde está el político que vivía ‘en el lío’ permanente en casa y en Bruselas, el cirujano que recurrió a las sangrías para regalarnos cuatro años más de vida, aunque no de alegría? Tras el 20-D, Mariano-de-perfil-bajo ha optado por sentarse en segunda fila mientras sus rivales se enviaban documentos, firmaban acuerdos solemnes, se estampaban tuits, proclamaban reproches concebidos para llenar minutos de televisión.

Con la excepción de sus punzantes intervenciones en la no-investidura de Sánchez, el mandatario  desmovilizado ni ha alzado la voz. Como si no le importara el apoyo conquistado en las urnas, como si la rampante corrupción hubiera aterrizado en su partido procedente de una galaxia lejana, como si la investidura o su propio futuro le resultaran un asunto ajeno.  

Si, como un día aseguró, “no hacer nada” constituye una opción razonable, Mariano Rajoy la ha aplicado desde enero con disciplina germánica. Su actitud despierta sensatas inquietudes pero irónicamente puede conectarle con tantos votantes de este país en suspenso. Agotados por el ruido, escépticos contra el cambio, proclives otra vez a ceder indiferencia para ganar tranquilidad. Parece todo, mirusté, tan español... y a lo mejor hasta se basa en una reflexión sobre el poder.