lunes, 6 de octubre de 2014

Artur Mas y la trampa del sentimiento


Justo cuando España se ha convertido en un país más pobre, Artur Mas insiste en que Cataluña ejerza ‘su’ derecho a decidir para ser más ‘libre’. Una propuesta oportunista, difícil de plantear en tiempos de prosperidad. Con un envoltorio engañoso, porque los no nacionalistas –y los no catalanes- podemos reclamar idéntico derecho.  
Imagen compartida en Twitter por @govern
Pero, quizá por tramposo, el relato independentista catalán resulta muy efectivo. En primer lugar, apela a la épica histórica de enmendar el pasado. Manipula conceptos legítimos (derecho, democracia, libertad) para dibujar un presente inventado del que cabría deducir que Cataluña –con una presencia nacionalista constante en su gobierno desde hace treinta años- se encuentra sojuzgada. No importa que la Historia desmienta esas pretendidas conspiraciones, ¿acaso no es fascinante formar parte de un mito restaurador o, mejor aún, fundacional?   
Este relato consigue, sin embargo, sortear cualquier prueba de veracidad. Al volar mecido por las ilusiones de independencia, se emancipa del sentido común, se aleja de ese pegajoso terreno donde las realidades pedestres (la distribución territorial de la riqueza, el reparto social de los recortes o las aportaciones del Estado central para aliviar el déficit catalán) se someten a un proceso racional de contraste y verificación.