Hace ya 30 años que llegué al pueblo. El abuelo Alejandro, que acababa de jubilarse como médico en La Vid de Aranda (Burgos), compró una casa para descansar durante los fines de semana y las vacaciones. Nos mudamos a principios de septiembre. “Si ya se han ido los veraneantes…” Los mayores fueron presentándose a los vecinos, los pequeños comenzamos a explorar pasadizos y callejuelas. Y entonces descubrimos que quizá no éramos los únicos forasteros aparecidos en 1981 por aquellos pagos. Fuentecén, provincia de Burgos, Ribera del Duero, en el triángulo mágico del lechazo (Peñafiel- Roa- Aranda). ¿Extraños visitantes?
El objeto volador y el robot rectangular avistados el 13 de febrero de 1981 por Luis Domínguez, el “Fontanero”, cuando regresaba a casa de madrugada tras cerrar el bar que regentaba alcanzaron cierta resonancia. “Mi padre nos despertó y vimos las luces”, rememora su hijo José. A la localidad acudieron periodistas del diario “Pueblo”. Los asuntos extraterrestres no eran extraños en sus titulares. ¿Y en Fuentecén? “Se habían visto luces más veces a finales de los 70, en la zona del páramo, más allá del pinar”, cuenta Carlos frente a un refresco, como si fuera lo más normal del mundo.
Pero, a diferencia de otras apariciones, este supuesto OVNI siguió triunfando con el paso de los años. Fue recogido en el libro “La quinta columna” (1990) de J.J. Benítez (sitio oficial y entrada en la Wikipedia) y analizado –con dramatización incluida, como hemos visto- hace año y medio en “Cuarto Milenio”, el programa de Iker Jiménez. Tampoco han faltado escépticos que apuntaran a montajes publicitarios, prototipos de aeronaves militares o a la fiabilidad del testigo, ya fallecido. Hay unanimidad, sin embargo, sobre la existencia de tres zonas quemadas en la era. “No sé si hubo OVNI o no, pero yo vi las manchas”, aseguran los chavales de entonces. ¿Eran huellas de las patas del misterioso platillo volante?