domingo, 19 de diciembre de 2010

Morir en la orilla

A mis compañeros de Cuatro y CNN+

El entierro fue tardío y divertido. Comenzó ya de madrugada y se prolongó entre copas, calor humano y música ochentera. A mí me ya me va costando salir de noche pero a veces lo heroico es encontrar el momento para regresar a casa. Ilustres y antiguos compañeros, veteranos de destacadas noticias, hoy en otros medios de comunicación, se acercaron a darnos el pésame; prometemos no olvidarles, en unos días les mandamos el curriculum.

“Cuando se acabe el mundo, CNN estará allí para contarlo”, aseguró hace años su fundador, Ted Turner. Nosotros no lo haremos, salvo que acabe en los próximos días. En la era de la TDT, de las pantallas interactivas, de las audiencias segmentadas, de los noctámbulos gatos chillones y de Bob Esponja, PRISA, el grupo más importante de comunicación en español, apaga su televisión informativa ante la previsión de pérdidas. Es duro de aceptar, habrá que declarar especie protegida el “24 horas” de RTVE.

CNN+ nació en enero de 1999 en un parto de alto riesgo, con los nervios de punta y los sistemas informáticos colgados. Creció poco e incluso encogió, sufrió épocas de penuria y postergación, y sin embargo sobrevivió. Dudo de que fuera concebida para ser económicamente rentable y, objetivo cumplido, creo que casi nunca lo fue. Sí se pretendió que tuviera influencia; pienso que también se había conseguido.

El 14 de marzo de 2004, tras la derrota en las urnas, algunas voces del PP y de la derecha mediática nos acusaron de haber orquestado las manifestaciones de la jornada de reflexión contra la guerra de Irak y la versión oficial de los atentados del 11M. Era una afirmación falsa pero, dada nuestra precariedad de medios, resultó incluso halagüeña. Aquel 13 de marzo no habíamos previsto en principio cubrir la extraña y anónima convocatoria que llegó a un teléfono móvil. Frente al silencio de la competencia, reaccionamos con rapidez para sacar al aire las imágenes que empezó a servir en directo la agencia internacional APTN. ¿Conspiración? No. Sus cámaras, y las de otros medios, estaban en la calle Génova preparando el despliegue de la noche electoral. Ese día, y muchos más, pudimos pecar de bisoñez, de precipitación, pero como siempre intentamos responder a los retos con profesionalidad.

Casi 12 años ha durado nuestra aventura entre dos milenios. En este tiempo las empresas de medios entraron en Bolsa, estalló la primera burbuja tecnológica, surgió el euro, el dinero derribó fronteras, se esfumó en una recesión global, la información se convirtió en instantánea en el laberinto de Internet. También nosotros fuimos cambiando entre madrugones, madrugadas, sonoras broncas y ruidosas risotadas, agitados y agotados por horas de tensión al límite… Sí, me duele este final, por la propia tele y por nosotros, porque sigo pensando que el periodismo puede ser el oficio más bonito, pero, parafraseando a Vargas Llosa, me pregunto cuándo empezó a joderse como profesión. “Fuera hace mucho frío”, le escuché decir una vez al primer director general, Paco Basterra. Hace días que estamos helados. En fin, años de guerras, atentados, elecciones y temporales nos dejaron muchos titulares pero no desmintieron la constatación de que, siempre que llueve, acaba escampando.

CNN+, el canal en el que he aprendido tanto de tantos buenos periodistas, cerrará el viernes 31 (si antes no se acaba el mundo). Morirá a orillas del Año Nuevo, durante una noche de fiesta que algunos viviremos con el disgusto atado a las tripas. Es probable que la frecuencia se ocupe temporalmente con un canal de vídeos musicales. Propongo empezar con “Bailaré sobre tu tumba”, de Siniestro Total. Feliz 2011, amigos. Sigan informados, será lo mejor para todos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

El viernes aciago del señor Mapache

A mis compañeros de "Cara a cara"

Hay días torcidos que no se enderezan ni aunque nos quedemos en la cama. Bien lo sabe el señor Mapache, desgraciado protagonista de una de las historias favoritas de mi hija Candela. En un entretenidísimo libro infantil ilustrado (“Funniest Storybook Ever”), este personaje de Richard Scarry sufre una jornada de pesadilla en la que sucesivamente se le estropea el grifo, quema la tostada, se le pincha una rueda del coche, pierde su sombrero, choca contra una farola, es multado, sableado por un amigo, expulsado de un restaurante y, de vuelta a su casa inundada, sólo puede cenar pepinillos en vinagre antes de que la cama se rompa al acostarse sobre ella.

El viernes venía de nalgas. Me levanté cansado, había dormido mal. A las ocho de la mañana me quemé una mano al apoyarme –qué estupidez- sobre la placa de vitrocerámica todavía caliente. No aprendo. Dos semanas antes, a la misma hora, en idéntico escenario, ya me había rebanado un dedo al arremeter, cuchillo de sierra en mano, contra una tostada rebelde. En ambas ocasiones murmuré un cagamento (para que los niños no amplíen vocabulario), intenté espantar los malos presagios y continué sirviendo desayunos con la displicencia del padre determinado a derrotar otra vez al reloj.

Después de arreglar a la carrera la casa, intenté sentarme a escribir. Habitualmente me relaja. Pero, extrañamente, no encontré la inspiración ni las ganas. Me distraje un rato con las risotadas de la pequeña Icíar. Dio igual, seguía tenso. Cuando llegué a la redacción de CNN+, el programa en el que trabajo, “Cara a cara”, estaba totalmente perfilado. Aún así, en la reunión –ay, esa boquita- confesé mi aprensión hacia los días fáciles. Tenía dudas sobre la fiabilidad de la señal de la ceremonia de entrega de los Nobel, que íbamos a retransmitir a las cuatro y media.

Poco antes de las dos del mediodía nos avisaron de la ausencia por enfermedad de la actriz invitada a la entrevista. Cambiamos de tema, pero el abogado que nos iba a explicar las reclamaciones a los controladores aéreos se excusó sobre las tres y media alegando un compromiso sobrevenido. Tras un intenso gabinete de crisis, recurrimos a la gentileza de un gran periodista, Alfredo Relaño, que accedió a nuestro “secuestro-express” para comentar en el plató los casos de presunto dopaje en el atletismo. Cuando, a las cuatro y media, arrancó la entrega de los Premios Nobel comprobamos que, profecía autocumplida, el sonido de la traducción se perdía a ratos. Lo superamos sin traumas. Pero el viernes seguía puñetero.

Pasadas las seis, a mitad de programa, se conoció el cierre inminente de CNN+. (“Está pasando, lo estás viendo”). Primero rumor, luego confirmación empresarial. En la redacción era imposible sustraerse a la tristeza, en el control cundía el desánimo, en el plató Antonio San José y Leticia Iglesias preguntaban con gesto serio a Relaño sobre la detención de Marta Domínguez. Absolutamente profesionales hasta el final, entrevistaron posteriormente al creador del nuevo logotipo de PRISA. La cita, fijada con una semana de antelación, se produjo en el peor momento. La próxima desaparición de nuestra tele ensombreció la cena festiva que habíamos reservado por la noche. Comimos un entrecot exquisito –no pepinillos-, recordamos algunas anécdotas sabrosas, celebramos nuestro esfuerzo, brindamos por el futuro. De madrugada, al acostarme exhausto y destemplado sentí, como el infortunado señor Mapache, que la cama temblaba bajo el peso de un presente que ahora es pasado. Pero, menos mal, ya era sábado.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Informe desde España

De: Embajada en Madrid
A: Departamento de Estado
Confidencial

La adjudicación del Mundial 2018 a Rusia ha provocado una decepción pasajera en España. El país se encuentra atrapado entre el infierno de los mercados y el temor a la congelación económica. El presidente Zapatero ha excusado su presencia en la Cumbre Iberoamericana para transmitir que mantiene el timón en la lucha contra la crisis. Sí se desplazó brevemente a Zúrich para defender candidatura ibérica al Mundial. (Prioridades: crisis, fútbol, agenda exterior ¿o fútbol, crisis, agenda exterior?).

Zapatero ejerce en la práctica como ministro de Deportes. Es la única gestión que le proporciona éxitos –y fotos sonrientes - con cierta regularidad. Traer el Mundial a España –y al vecino Portugal- le hubiera dado unos días de (peligroso) optimismo. Pero perdió. La FIFA, se lamenta aquí la Prensa, ha preferido los dineros de Putin (el macho alfa). Lógico. Dinero aquí, ahora mismo, no hay mucho. Oportunidad para especuladores (estaré atento para mandar informe).

El gran triunfador español de la semana ha sido Pep Guardiola. Es el entrenador del Barcelona, el equipo favorito de Zapatero (y del juez antiamericano Garzón) y, curiosamente, apoyó la candidatura victoriosa de Qatar al Mundial 2022. Jugó allí antes de retirarse. Lo evidente es que en el emirato sobra dinero y falta fútbol. Habrá que construir estadios. Oportunidad para inversores.

Al principio de la semana, en el partido entre los dos equipos más importantes de la Liga de soccer, el Barcelona venció al Real Madrid por 5 a 0. Era un encuentro lleno de rivalidades deportivas y con trasfondo político (remitiré informe detallado, ahora me centro en lo importante). Los jugadores del Barcelona, hábiles, bajitos y escurridizos –como los españoles del tópico-, guiados por Guardiola, emboscaron a los bien plantados futbolistas del Real Madrid. (Otro día mando informe sobre “Viriato”, un héroe local que lucha contra el Imperio Romano. A muchos españoles, sospecho que izquierdistas y trasnochados, no les gustan los Imperios; estaré atento).

En realidad, lo que les encanta a los españoles es discutir, enfadarse (y a veces hacer luego las paces para poder enfadarse más adelante). En el partido citado jugaban casi todas las estrellas de la selección campeona del mundo. Un defensa del Real Madrid, Ramos, acabó a patadas y empujones con las estrellas del Barça. Otro del Barcelona, Piqué, se burló de los rivales por la goleada. Luego todos coincidieron en que son cosas del fútbol. (Cualquier día Zapatero dirá de la crisis: son cosas de la economía).

El que no se enfadó, por una vez, fue el entrenador del Real Madrid, Mourinho. A él, que es portugués, también le encanta enfadarse, pero no hacer las paces. Se le considera el mejor entrenador del mundo, probablemente el mejor pagado. Pero cuando perdía 2-0, quitó a un atacante, (¿para aguantar el resultado?) y se refugió en el banquillo. En la rueda de Prensa afirmó muy serio que la derrota no había sido difícil de digerir. Oportunidad para psiquiatras. Por cierto, algunos seguidores madridistas, que habían viajado a Barcelona convencidos de las posibilidades de victoria, acabaron insultando a sus propios jugadores. En este país falta espíritu deportivo. También patriotismo.

A los españoles les gusta debatir sobre el patriotismo. Pero no lo practican. Oportunidad para psicoanalistas. Los controladores aéreos, bien pagados y enfrentados con el Gobierno, han iniciado una huelga encubierta que ha cerrado los aeropuertos al comienzo de un larguísimo fin de semana (“puente”, lo llaman aquí). Decenas de miles de personas se han quedado tiradas en tierra, con billete y sin vuelo. La gente se encuentra enfurecida. El Ejecutivo mantiene el pulso. Zapatero ha entregado el tráfico aéreo a los militares y amenaza con mandar a la cárcel a los huelguistas. (Oportunidad para controladores). Los medios de comunicación recuerdan los despidos que ordenó nuestro presidente Ronald Reagan en una situación similar.

En plena crisis, la gente se encuentra entre desconcertada y enfurecida, aunque todavía no hay signos de un posible regreso de Aznar. Dijo al anterior embajador que sólo en caso de emergencia nacional. Tal vez si se suspende la jornada de Liga. (Tengo entradas para el Real Madrid-Valencia). Estaré atento.

P.D. Desde hace días, el Gobierno intenta apagar la polémica por la difusión de nuestras gestiones sobre el caso Couso, los vuelos de la CIA y el cierre de Guantánamo. El asunto, gracias a los controladores, saldrá pronto de las portadas. Oportunidad, perdón por la broma, para periodistas.