El PP ha llegado al gobierno cargado de respuestas. Contra el déficit excesivo, impuestos y recortes. Contra la falta de crédito, saneamiento forzoso y fusiones bancarias. Contra el paro, la reforma laboral que hoy-crea-confianza-pero-todavía-no- empleo. Frente a la inactividad económica del ejecutivo socialista, frenesí legislativo. Como parapeto, el meritorio tijeretazo a los sueldos de los directivos de agencias públicas y entidades de ahorro intervenidas. "¿Habéis tomado nota, socialistas?", parecen decir sus portavoces.
No hace tantas semanas, Rajoy juzgaba indeseable la propuesta de Rubalcaba de solicitar a Europa una extensión del plazo para reconducir el déficit excesivo hacia los parámetros de la convergencia. Su regla de oro, en la estela maximalista de Merkel, era el ajuste fiscal para calmar a los mercados. ¿Por dónde amputar el Estado? Ahora el PP trata de negociar con Bruselas una moratoria en los recortes. ¿Qué ha cambiado? En España, la llegada al poder ha obligado a los populares a olvidarse de algunos principios electorales. En Europa, avanza la convicción de que hacen falta medidas para estimular el crecimiento. El ajuste a machetazos, lo estamos viendo, conduce ya hacia la segunda recesión. ¿Ha acertado Europa con las recetas?