miércoles, 24 de agosto de 2016

Ficcionario: Ultransversal

Transversal podría definir una postura del Kamasutra o la trama de Rayuela, que un verano leí en Lisboa, no sé si en el orden adecuado, y en el fondo qué más da. Esa ambigüedad constituye una travesura del idioma consagrada por quienes le dan esplendor. Porque "transversal" puede significar, según la RAE, "que se extiende de un lado a otro", "que se aparta de la dirección principal" y "que se cruza en sentido perpendicular" con ella. Ojalá nunca se topen con palabra tan equívoca en un cruce de caminos o en la última línea de una novela de intriga. Les dará la hora y acabará pidiéndoles dinero.  

Hace 20 años, cuando yo era alto y tenía el pelo negro, mi amigo Carlos Ameyugo, que era más alto y tenía el pelo más negro que yo, solía decir que al oír la palabra "multidisciplinar" siempre se echaba la mano a la cartera para comprobar si seguía en su sitio. A pesar de los exagerados recelos de Carlos, que hoy predica el español en las lejanas misiones estadounidenses, aquel seductor enfoque "multidisciplinar" fecundó nuevas y prometedoras perspectivas hasta concebir ese tramposo pero resultón "transversal" que ha conquistado innumerables Powerpoints y promete pingües beneficios en los másteres de las autoescuelas de negocio.


Vivimos (o sobrevivimos) bajo un imperio de silente transversalidad, donde dos grandes potencias pueden presentarse como aliados y alimentar bandos opuestos en una misma guerra, donde las complejidades sociales se simplifican bajo buenas intenciones que dicen representar el interés de esa cosa que llamamos "la gente" (ay, la gente),  donde lo eterno está llamado a durar media hora más que lo etéreo. Siempre positivos, hemos teorizado - a la fuerza ahorcan-  sobre crisis que nos hacen crecer y enfermedades que fortalecen. Preferimos surfear para evitar profundidades aunque  de vez en cuando necesitemos bucear con neopreno y sin empaparnos entre realidades virtuales, pensamientos líquidos y religiones laicas.

Todo se ha convertido en tan imperativamente transversal que parece conveniente  reforzarlo anteponiendo un prefijo que se inicia con una sinuosa U a la palabra que arrancaba con una T como rotundo parapeto.  Arquitecturas complementarias, resistentes a los terremotos, porque transforman en flexible cualquier estructura rígida y/o tensa.   

Todo resbala por esa grafía con forma de tren y cuya fama descansa sobre su carácter sugerente, novedoso y convenientemente indefinido. Supone proyecto y no acto, apetecible anzuelo para las hipótesis más seductoras. ¿A quién no  le apetecería ganar como un famoso y caminar de incógnito, ser millonario y gozar como un bohemio, sentirse maduro y por supuesto  joven? El difuso todo de lo ultransversal resumirá en adelante la suma de tantos deseos que a veces no expresamos.


Así de irresistible se presenta la etiqueta de quienes no desean etiquetarse. Tanto, que un partido que presumía de ella perdió parte de su atractivo electoral cuando empezó a escorarse a la izquierda para sumar fuerzas. Hay que ver qué traviesa, traicionera y hasta ultransversal es esa cosa que llamamos "la gente" (ay, la gente). 

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