
170 personas
llegaron a la cima el 23 de mayo de 2010, el día más concurrido de su heroica
historia; más de 70 de nacionalidad india lo habían conseguido esta misma
temporada antes que ellos. Probablemente Dinesh y Tarakeshwari no buscaban
tanto la soledad como un reconocimiento global de su menage a trois con la
aventura. Ya en años anteriores habían presumido del ascenso al pico más alto de
Australia y de sus especiales habilidades en el skydiving. Parece que tienen otras.
No contentos
con haber demostrado maestría en la escalada, ahora aspiran a su pesar a un
diploma en el manejo profesional del Photoshop. Otros nueve montañeros denunciaron que, según sus vestimentas, el
ángulo que forman las sombras y el tiempo que hacía el día de autos, 23 de mayo,
es muy probable que tomaran sus fotos en el campo-base y las superpusieran
sobre imágenes ajenas del techo del mundo. Ole, ole y ole.
Esta pareja
de policías –porque también trabajan juntos- ha invertido el popular viaje que
protagonizó un enanito de jardín en la película "Amelie". En la era de las
redes sociales, los Rathod no van a la
montaña; es la montaña la que va a ellos. No dan la vuelta al mundo. Al
contrario, el mundo debería girar en torno a esa relación capaz de superar cualquier
obstáculo.
Si, como
parece, finalmente se quedan sin Everest, Dinesh y Tarakeshwari se habrán
consagrado como profetas del nostureo: compartir fotos de lugares donde no
hemos estado. Playas paradisiacas, atardeceres con mensaje y gintonics con
bastante más vegetación que Los Monegros añaden un filtro socialmente admitido
de interés a nuestras vidas. Pero apenas suponen una menudencia para los
Rathod, que llegaron a recibir la felicitación del jefe de Policía de Pune. "Habéis llevado a
este departamento a nuevas alturas", publicó
henchido de orgullo en la página corporativa de Facebook. "O más bien a nuevas
profundidades", ha puntualizado después un malévolo seguidor.
A una letra,
a una sola y minúscula letra se limita la casi imperceptible diferencia entre impostar e impostor, entre postureo y nostureo. A los Rathod, pese a
todo, les redime su amor. Confesaron que, una vez conquistado el Everest,
buscarán la felicidad personal de tener un hijo. Aguardamos las fotos con
auténtica y mal contenida ansiedad.
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