viernes, 12 de agosto de 2016

Ficcionario: Kuba

El pasado 20 de mayo 21 balseros cubanos permanecieron encaramados durante ocho horas en un faro en desuso llamado "American Shoal" y situado a algo más de seis millas náuticas de Florida. Allí se dirigían cuando vieron acercarse a una embarcación de la Guardia Costera estadounidense. Para evitar ser detenidos, se lanzaron al agua y treparon por la instalación, construida en 1880, cuando la isla de la que habían partido era todavía una colonia española. 

Como si intentaran regresar al pasado, estos emigrantes furtivos vieron en aquella vieja estructura su última esperanza. Pensaron que era territorio de Estados Unidos y que al tocarlo  tendrían que ser aceptados por ese país, como establece la política de "pies secos, pies mojados". Tras un intenso tira y afloja, la mayoría accedió a descender. Otros optaron por mantenerse escondidos, aunque bajaron un día más tarde. Comenzó entonces para todos una estancia de cinco semanas en un barco a la espera de que un juez dictaminara si habían tocado suelo y tenían derecho a quedarse, o si por el contrario debían ser devueltos a Cuba. 

Como le ocurrió a Colón con el Nuevo Continente, de forma inconsciente estos náufragos voluntarios habían descubierto y fundado en un faro, a cien metros de altura, su efímera Kuba. Un diminuto estado okupado que mantiene a sus habitantes a la deriva y a la vez anclados al tiempo. Una relikia histórika enklavada en el Karibe, nieta de la lucha contra el kolonialismo en siglo XIX, hija de la pugna entre kapitalismo y komunismo del siglo XX, rehén de los Kastro en el XXI, kondenada kada día a no kaer.

¿Eran balseros o eran una metáfora?  ¿Y si en realidad es Raúl Castro quien se ha lanzado a las aguas de Obama para no ahogarse, pero necesita quedarse a medio camino para no perder pie en la isla? ¿Y si, como en el faro, la mayoría sus residentes forzosos preferiría salir de cualquier manera, pero algunos han optado por resistir otro rato? ¿Hasta cuándo podrán aguantar? ¿Se rendirán también al fina? ¿Y si esa dictadura añeja fuera algún día juzgada, como los kubanos del “American Shoal”, por leyes ajenas? 

Kuba, y por extensión Cuba, aspiró a ser un sueño que ya no pasa de hipótesis. El martes 28 de junio un juez federal estadounidense resolvió que las leyes migratorias estadounidenses no afectaban al faro, que los inmigrantes habían sido detenidos en el mar y por consiguiente podían ser devueltos a su país de procedencia. Consideró el magistrado que el “American Shoal” era propiedad de Estados Unidos, pero no parte de su territorio.  


A Cuba le ocurre lo contrario. Debería pertenecer a sus habitantes, pero en nombre de la abolición de la propiedad se ha convertido en territorio de unos pocos. 

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