viernes, 19 de agosto de 2016

Ficcionario: Prexigente

"Este hombre al que me honro hoy en presentar contribuirá a hacer aún más grande la ya gloriosa leyenda de nuestro club". El presidente repitió su frase favorita, la misma que había utilizado al dar la bienvenida, durante la temporada anterior, a otros siete fichajes de calidad contrastada y llamados a marcar la diferencia con los rivales. Como entonces, nadie se atrevió a carraspear. Los directivos, conscientes de la importancia del instante, que les había obligado a adelantar el final de sus vacaciones. Los periodistas, tan acostumbrados a oírla que no repararon en ella.  Los jugadores, algo incómodos. Y el público, porque ya no podía disimular su ansiedad por ver al astro en acción.

"Este hombre, repito, ha renunciado a mucho por estar aquí con nosotros, se lo reconozco y agradezco públicamente". Sonó una palmada sin eco. El aludido sonrió, entornó los párpados, inclinó la cabeza sin mover un pelo. Le hubiera gustado, por un heredado sentido de la educación, fingir algo de modestia, pero el brillo ambicioso de los ojos traicionó el gesto. Una salva de aplausos desorganizados desvió a córner la incomodidad del empleado que había quedado en fuera de juego. 




 "En los últimos años hemos realizado un gran esfuerzo por reunir a los mejores del mundo". Podía sonar pretencioso, pero resultaba irrebatible. El guardameta revelación del último Mundial, un central que era un muro, ese medio centro que marcaba el ritmo (en las discotecas), el veterano escudero que aportaba carácter, tres goleadores procedentes de los grandes rivales. Sin duda, el club estaba viviendo una época… de plata. Porque siempre faltaba un escalón. Uno solo, pequeñito, pero uno. Y la próxima temporada había elecciones.

"No oculto que debemos hacer autocrítica". La palabra sonaba tan desacostumbrada en sus labios que hasta un becario abrió los ojos."Hay que decirlo: quizá me haya equivocado". Los informadores comenzaron a calibrar un encabezamiento alternativo para la crónica imaginada de antemano. "Por eso he tomado una decisión tan difícil". Los directivos contuvieron la respiración. 

"Siento que hemos traicionado las raíces de una institución centenaria". Un periodista veterano se retrasó unos pasos con el teléfono ya pegado al rostro para ser el primero en ...  El resto tecleaba de forma frenética sobre las tablets. "Es necesario regresar a los orígenes, retomar y poner al día ese estilo que nos hizo reconocibles, que tantas veces nos convirtió en campeones.  Y para eso contamos contigo, muchas gracias de nuevo por unirte a nuestro club". Falsa alarma. Bienvenida y no adiós.

No hubo blablablá. El crack pasó a la acción entre el entusiasmo, ahora sí evidente, de los niños que acompañaban la camiseta oficial con crestas mohicanas. En apenas minuto y medio despachó al capitán, que se levantó con el pelo cortado a cepillo, remojadito, y una raya a la derecha  más recta que la línea del fuera de juego. Mientras el artista dudaba si acometer a maquinilla o a navaja las greñas del lateral derecho, el presidente calculaba sin despeinarse los beneficios económicos de la nueva política estética del club, erguido por la severidad y satisfacción de quien se siente una persona de principios.   

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