Mourinho jugaba en casa y sin tregua se lanzó al ataque…en la rueda de prensa. Antes, durante el partido, había regalado al Barcelona el balón y el territorio. Pero sentado ante el micrófono se recostó sobre un dato, la injusta tarjeta roja a Pepe, para edificar una ficción, retorcer la realidad, desfigurar el marcador (0-2). Y envalentonado por el eco de sus acusaciones, se enredó en los inquietantes motivos de su enojo: “El 0-0 era un buen resultado”. ¿En el Bernabéu, contra el Barça, en una semifinal de la Champions , con la Liga ya perdida, con la Copa recién ganada? Grandeza menguante.
El entrenador portugués se refugió en lejanos arbitrajes injustos y denunció conspiraciones internacionales, atacó la integridad de Guardiola, citó hasta la posible influencia de UNICEF… (al menos, reconozcámoslo, no mencionó el Titadyne). Habló y habló, y sin embargo, no explicó por qué su equipo no quiso el balón, por qué ni siquiera supo ni pudo presionar como en la final copera. Ahogado en su inefable protagonismou, se escudó en el tópico –“un equipo fantástico”- para robar titulares al formidable tanto de Messi. ¿Tal vez Pepe le hubiera parado?
A diferencia del certero Leo, el técnico del Real Madrid es maestro en sembrar dudas ajenas. No le gusta la pelota; es una opción. (Criticarle, otra). A la hora de la verdad, cuando se decantan los títulos, tampoco le seducen demasiado los delanteros. Los prefiere sentaditos a su lado. El campo, para los centrales, que suelen ser expeditivos, eficaces y, como mucho, sueltan alguna patadilla de más. En eso se parece a Clemente. Aunque el luso locuaz sea una versión evolucionada y viral del técnico de Barakaldo. A ambos, además, les encantan las palabras claritas aunque no les otorguen la razón.
Mou es un gran entrenador empeñado en empequeñecerse con su discurso. Maniqueo, exagerado. Teatral al afrontar los partidos contra el conjunto azulgrana. Planteó como una victoria un rácano empate liguero en casa, deshizo el nudo de Guardiola para levantar un título y, en el tercer encuentro, renunció a un desenlace audaz. Escarmentados, los rivales comienzan a sacar réditos de su ruleta al límite. El técnico culé respondió sobre el césped y algunos jugadores azulgrana, escarmentados de batallas anteriores, mostraron sus progresos interpretativos.
Entre arrebatos y calentones, el fútbol ha ido convirtiéndose en un tenso juego de mentiras. Resta, sin embargo, el gran interrogante. ¿Podrá remontar Mourinho en la vuelta? Ayer preparó el terreno a la euforia culé reconociendo que los blancos se ven ya eliminados. Tristemente, tras unos años de dolorosas derrotas, el victimismou ha encontrado acomodo y comprensión en las necesidades madridistas. (Esta mañana, Santiago, mi hijo merengue, al ver el gol de Messi, se ha limitado a comentar: "¡qué chupón!".)
Para el martes, ¿queda la épica? No sin atacar, nunca sin la pelota. Último billete para Wembley.
Para el martes, ¿queda la épica? No sin atacar, nunca sin la pelota. Último billete para Wembley.
“La ficción es el territorio de nuestra salvación”, sentenció ayer Ana María Matute al ingresar en la RAE. “El que no inventa, no vive”. Horas más tarde, Mourinho, desarmado por Guardiola, decidió inventarse una realidad de matute para sobrevivir.
1 comentario:
Certerísimo "link" final, a modo de resumen de noticias del día, quizás el único vínculo visible/posible entre personas geniales y personajes bastante menos...
Un saludo de una seguidora! :)
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