Calor en Madrid y en el infierno de una Atenas huelguista que se manifiesta contra los recortes que impone la Europa salvadora. Era mediodía cuando Zapatero subió al estrado para despedirse, como presidente, del Debate sobre el Estado de la Nación. Alarmado por la indomable prima de riesgo, por el rescate griego en dos actos, regaló, repartió, derramó cifras y más cifras para convencerse y convencernos de la inevitable recuperación. Tantos datos frente a tan magros logros no sólo aburrieron: acabaron enfriándole. Es lógico, la economía le ha arruinado. A él y a muchos otros.
Zapatero sólo ha hallado refugio en el calor ambiguo de algunas palabras. Ha prometido medidas –sin concretar- de apoyo para quienes no pueden pagar la hipoteca. Y su bancada ha calentado. Ha dedicado unos minutos a defender la legitimidad de los indignados. “El movimiento 15-M está en la fisiología y no en la patología de la democracia”. Y, seducidos por lejanos ecos sociales, sus diputados han aplaudido.
Hace cuatro años, en este mismo debate, el presidente del Gobierno prometió 2.500 euros para los niños que nacieran en adelante. Sí, aquella época existió, se llamaba primera legislatura, se creaba empleo, se hablaba –qué cosas- de sociedad, esa asignatura de izquierdas. Pedro Solbes, entonces vicepresidente económico, contuvo ese día un bufido. Familiarizado con los números, hoy vive sin sobresaltos como consejero de varias empresas. Mientras tanto, Zapatero, de tanto apelar al sacrificio, ayer pidiendo paciencia, hoy pensando en limitar el gasto autonómico, va a acabar suplicando a aquellos afortunados pequeños que inviertan su aguinaldo en deuda soberana.
A Mariano Rajoy el debate se le presentaba perfecto. Se ha cargado de cifras –prima de riesgo, evolución del desempleo, la herencia recibida- y ha ido lanzándolas, de una en una, contra la cabeza de Zapatero, destrozando su enésima llamada a la confianza. El candidato popular, que prefiere la economía, una materia de derechas, siempre ha ocultado la letra que hay detrás de sus cuentas. ¿Ajustes, recortes, copago? Ni hablar. Aunque la matemática presupuestaria –y de rebote la electoral- se han puesto de su parte. Muchos ciudadanos sobreviven apurados bajo la presión de sus letras y el temor a que Europa intervenga para pagar los números rojos de España.
A Mariano Rajoy el debate se le presentaba perfecto. Se ha cargado de cifras –prima de riesgo, evolución del desempleo, la herencia recibida- y ha ido lanzándolas, de una en una, contra la cabeza de Zapatero, destrozando su enésima llamada a la confianza. El candidato popular, que prefiere la economía, una materia de derechas, siempre ha ocultado la letra que hay detrás de sus cuentas. ¿Ajustes, recortes, copago? Ni hablar. Aunque la matemática presupuestaria –y de rebote la electoral- se han puesto de su parte. Muchos ciudadanos sobreviven apurados bajo la presión de sus letras y el temor a que Europa intervenga para pagar los números rojos de España.
En un discurso duro, bien argumentado, el probable presidente-a-la-tercera ha envuelto esta tarde los datos negativos en una retahíla de epítetos calientes: descalabro, calamidad, despilfarro, lastre. Y tras minimizar las políticas sociales, ha puesto sobre el estrado, como se esperaba, la cifra crucial: la fecha de las elecciones. “¿Hasta cuándo se propone imponer a los españoles este calvario estéril, esta lenta agonía?”. Rajoy ha reclamado el adelanto de la cita con las urnas como una necesidad para recuperar la confianza. “Es usted la nueva version del “Vuelva usted mañana”(…), el tiempo importa”.
Tan suelto andaba el líder del PP con los datos que ha tropezado con algunos. Zapatero le ha acusado, en la réplica, de mentir sobre la evolución de la renta per capita, de la deuda pública y del sistema financiero. Regresando al guión, le ha reprochado la ausencia de propuestas y la falta de apoyo a las reformas que había reclamado. “Y además de eso, ¿qué? Nada de nada. Diga algo más al país”.
Las acusaciones han acabado calentando hasta las frías cifras. “Usted no tiene propuestas”, “Usted no tiene excusas”, "Ustedes nunca han apoyado", "Ustedes no han dejado debatir". El intercambio de golpes ha alcanzado al pasado, a la burbuja del ladrillo, y al futuro, al nuevo modelo productivo. Entre ovaciones, Rajoy enfila con ventaja la recta final hacia las urnas. Zapatero, aplaudido y peleón, entrega el relevo a Alfredo Pérez Rubalcaba. El sucesor. Sentado a su izquierda, intentando descifrar las nuevas inquietudes de la sociedad. En silencio. Para hablar de economía, mejor callar.
2 comentarios:
Dijo fisiología, no fisonomía. Por lo demás, magnífica crónica, SSaiza
Suyo afectísimo,
Luis Felipe
Cierto, cierto. Un lujo tener lectores (y correctores) como usted. Lo corrijo en el post, pero dejo constancia del fallo (y de mis excusas) en esta fe de errores. Dijo fisiología y no fisonomía. Gracias por el comentario y un fuerte abrazo.
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