¿Qué es el arte? Morirte de frío. En los alrededores de ARCO, el viento gélido despeina las canas, limpia el cerebro y te deja un gesto contrariado, como de galerista sorteando las ausencias del catálogo, como de coleccionista rebuscando en los secretos depósitos de la billetera.
El arte es sublimación. Ignoro por espacio, que no por prejuicio ni ignorancia, las decenas de penes de variado pelaje y condición, los muchísimos pechos femeninos dibujados, retratados o esculpidos en texturas diversas. Es transgresión. Me desvío de la miríada de divinidades ridiculizadas en las más desairadas posturas. Es profundidad. Rodeo la enésima proyección, variación o deconstrucción de formas geométricas.
El arte brota de la vida cotidiana. De la exaltación de lo ordinario: un espejo que se suicida para no mostrarnos nuestra imagen. Un lavabo, quizá un urinario, de cerámica decorado con crochet en hilo de algodón (“Burbujas de amor”, Juana Vasconcelos). Envuelto para regalo.
El arte puede aliviarnos. Idealiza el teléfono, el ordenador y el sudor de la frente, nos invita a escapar de las horas malgastadas y peor retribuidas en la oficina(Stand de EL PAIS, por Los Carpinteros).
El arte nos atormenta. El tiempo, la muerte, la fugacidad. Una instalación (“It´s time”, de Olga Kisseleva y Sylvain Raynal) acelera mi reloj vital al medirme los latidos. “Mantente en calma”, me aconseja. Ya lo creo, estoy haciendo el ridículo. 15.000 euros. Prefiero tomarme la tensión en la farmacia.
El arte contemporáneo es a veces tan contemporáneo que envejece mal. Y regresamos a los clásicos. A Saura. Pero su “Retrato imaginario de Goya III” está ya apalabrado. A Antonio López, cuyo hiperrealismo mágico (“Madrid desde Torres Blancas, 1976-1982”) magnetiza a los visitantes que se inclinan sobre el lienzo. “Mira, mi despacho…” “Pues no se te ve”. Pregunto precio. “No está en venta”. Ahora que me había animado…
El arte nos sacude, nos interroga, nos tortura. Convierte nuestra existencia en martirio. También adormece, tranquiliza, narcotiza. Beatifica, santifica, deifica a los reyes, aunque apenas lo sean del pop. (“The Beatification”, David La Chapelle)
El arte es oportunidad. La comitiva oficial. El Príncipe, doña Letizia (“qué delgada está”, “parece simpática”), el alcalde, la ministra. Acompañantes, guardaespaldas, curiosos. El arte es regreso. Un día, Ella y yo trabajamos juntos. Ahora Ella es princesa, yo estoy en paro. El arte es intención. Saco mi cámara compacta de turista despistado, enfoco, disparo, mierda, las pilas agonizantes no han encendido el flash. El arte es decepción, desconcierto, sorpresa. El arte es trampa. Ingenio. Supervivencia. “Luces y sombras, princesa en penumbra” (Santiago Saiz, colección privada).
3 comentarios:
HOla Santi.Soy ernesto.Tu ex compañero del colegio y de baloncesto.acabo de descubrir tu blog.ahi te va el mio.un abrazo fuerte!!!!!
http://ernestosport.blogspot.com/
por cierto,escribeme a : ernestov29@yahoo.com
pleassse!
jaja, creo que podría servir de crónica de arco de los últimos 10 años!
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