viernes, 17 de mayo de 2013

Abecedario de la democracia: M

Mayo, movilización

Llueve de nuevo, diluvia en mayo, cuando la conciencia se revuelve contra las noticias y salta por la ventana. Aunque nuestros ideales empapados sean incapaces de remontar el vuelo, aunque las botas desgastadas por el roce agreste de la recesión no puedan despegarse del fango. A pesar de tantos  ‘aunques’, sorteando unos cuantos ‘peros’, libre por un rato y sin embargos el espíritu crítico retorna a la plaza, pide la palabra y se sienta a debatir sin micrófonos. Democracia se llama si no crea violencia en la calle.    

Mayo, mes de movilizaciones rejuvenecidas, de utópicos jaques a la realpolitik del déficit. ¿Y si al final, apagado el ruido, no hubiera nada?, nos preguntamos al atardecer, adultos y dispuestos a firmar el enésimo empate que, como los anteriores, concluirá en otra derrota pírrica de nuestros principios. ¿Cuál es el legado del 15-M? La denuncia certera de un Estado en riesgo de desplome por la ineficiencia, la inmoralidad y los privilegios. Y la ilusión de los ilusos, un tesoro oculto en la ciénaga de la resignación ciudadana.       
 

Sí, sabemos de sobra que entre los indignados hay dogmáticos y, en fin, también en los partidos. Que ciertos mayócratas son en exceso aficionados al bienestar financiado con fondos públicos, al igual que tantos políticos que acumulan cargos y asesores. Que algunos revolucionarios se presentan ¿con qué fundamento? como defensores del bien común, a diferencia de los ejemplares dirigentes que durante años han preferido con evidente ejemplaridad llenar sus bolsillos. Que, vaya impertinencia, comparten un estúpido deseo de mejorar el mundo, justo cuando nos encontramos disfrutando de estas sublimes cotas de esplendor democrático.

Argumentos de peso. Algo debe tener el 15-M  cuando, careciendo de poder efectivo, suscita tantas preocupaciones. Tiene pasado. Hace dos años nos sorprendió a todos, y sobre todo a los periodistas, al poner en la agenda la denuncia de los desequilibrios y de las injusticias. Desahucios abusivos, despilfarro de fondos, las connivencias que entonces no acabamos de creernos entre la clase dirigente. Destapó por adelantado nuestras portadas actuales. Tiene presente. Bajo el malestar va creciendo, como un signo de madurez, la exigencia de responsabilidades.   

¿Tiene futuro el 15-M? Sí, como un laboratorio de ideas, como una propuesta intelectual alternativa a las formulaciones autocomplacientes y ahora desenmascaradas del establishment. ¿Puede reiniciar la democracia un movimiento antisistema? No sin pasar por las urnas, difícilmente sin mancharse las manos al menos para negociar con el poder. Pero poco importa esa realidad ensimismada en mayo, el mes de las protestas y las propuestas, el mes de los sueños revueltos.       




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