"España es diferente" gracias a mi tío abuelo Eustaquio. O eso aseguraba él. Le recuerdo ya mayor, sentado en su butaca, mal cubierto con una bata, y explicándome cómo en los sesenta envió a un concurso su lema para promocionar los encantos de nuestro país en el extranjero. "Luego la frasecita salió mil veces por ahí, todavía se sigue usando para muchas cosas, y nunca me han dado nada".
La anécdota siempre me hizo gracia. A él, ninguna. Casi cuarenta años después de la exitosa campaña publicitaria, Eustaquio me contó que había escrito a Manuel Fraga para quejarse de la injusticia cometida con su nunca recompensada ocurrencia. El ex ministro de Turismo (1962-1969), que entonces presidía la Xunta de Galicia, le respondió que era demasiado tarde para dar curso a su solicitud. Yo, como periodista, no puedo garantizar la veracidad de su reclamación, pero sí su genuina indignación al hablar del asunto.
No fue su única queja. Otra tarde compartió conmigo su enfado porque en la radio había escuchado que un señor de Sabadell era el único acertante de 14 en la quiniela del domingo. "Es mentira, yo también he acertado, porque siempre marco esa combinación; lo que ocurre es que mi hermana olvidó sellar el boleto". Por un momento temí un estallido de cólera contra la bendita Pilar. En absoluto. Eustaquio despachó su indolente frustración contra el afortunado, por presuntuoso, y se quedó tan ancho. Guardaba un as en la manga. "En la jornada de vuelta, pondré los mismos signos". Él sí que era diferente.
El tío Eus fue, quién lo diría, un hombre de acción. Luchó en la Guerra Civil y como oficial de la Armada navegó por medio mundo. En la madurez, un terrible accidente de automóvil le amarró a las tierras de Valladolid. Con el tiempo volvió a andar, gracias a un bastón y al cuidado de sus hermanas; también logró hacer una vida normal. Un día se encerró en casa. Echaba de menos Madrid, su fútbol y su casino militar. Decidió olvidarse del tiempo y del espacio, perdió la razón y, con barba de náufrago, se tumbó a esperar la muerte. Hace dos años y medio -"¿pero hemos pasado ya el 2.000?"- los sobrinos conseguimos rescatarle -y también a su hermana Sagra- de su lastimoso abandono.
Eustaquio Domínguez Álvarez ha muerto, bien atendido, en la madrugada del 24 de agosto. Había nacido en noviembre de 1917, más o menos cuando en la lejana Rusia los bolcheviques asaltaban los palacios del zar. Durante su existencia consciente se sucedieron la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética. "Ay, qué pronto se pasa la vida", repetía para redondear sus recuerdos. Y remataba su convicción silabeando por lo bajinis, intentando dominar el tembleque de sus manos: "qué-pron-to-se-pa-sa-la-vi-da".
Esta tarde, como estúpido homenaje, he intentado localizar en Internet los orígenes del "España es diferente" que atormentó a mi tío. No he encontrado ningún dato revelador, más allá de hipótesis o referencias genéricas. A continuación he introducido su nombre en el buscador. Nada. De repente me he interrogado por la ausencia de rastros en la Red de la mayoría de los habitantes de la era predigital. Así que, antes del entierro, le he escrito estos párrafos. Serán su modesta -y legítima- posteridad. Tánatos contra Google (y Eustaquio).
3 comentarios:
También mostraba su indignación contando que, al dejar Madrid, decidió borrarse como socio del Real Madrid y del Atleti, y escribió unas líneas a los presidentes de ambos equipos disculpándose por devolver su carnet, pero sólo uno le contestó.
Y gracias al tío Eus por mantener zamarra y chapines en nuestro vocabulario: "me-nu-dos-cha-pi-nes-más-ma-jos-que-lle-vas".
Me cae bien tu tio-abuelo :)
veo que lo de robar la cretividad y no pagarla viene ya de lejos...
Gracias por el comentario Frog in love,, la anécdota del "España es diferente" es una de esas historias graciosas que hay en las familias...Yo realmente no sé si fue así; pero lo cierto es que se indignaba al hablar del asunto. En honor a la verdad, el blog de El País menciona que el lema se empezó a utilizar antes de los 60, lo que debilitaría la versión de nuestro tío porque sería un lema anterior a Fraga...Fuera el autor o no, el tío Eustaquio era un tipo sorprendente.
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