Jamás me
habéis visto mover el tupé negro carbón junto a una multitud en el FIB, ni explicar en un tutorial la receta de esas suculentas cupcakes
(antes conocidas como magdalenas), menos aún hacerme un selfie submarino entre sobornados peces de colores. Nunca recorrí ante vuestros ojos ignotos confines de lejanos continentes; mi mejor viaje fueron unos cuantos libros, alguno de ellos francamente
aburrido. Prefiero la música sin muchos decibelios, la lectura en voz baja, la
calle al gimnasio, los bares semivacíos y los vasos medio llenos.
He renunciado a retransmitir el amanecer desde un teléfono móvil. Podrían acusarme de
explotarlo en beneficio propio, reclamarme los derechos de autor, llevarme a
los tribunales, retransmitir la vista en directo, otra carita compungida en el
banquillo, "yo no sabía nada, lo hizo mi pareja", encerrarme en una celda con
cámaras de seguridad, clasificar en un archivo de vídeo cada noche de
cautiverio. Borrarme a escondidas para liberar espacio en el disco duro de esta
desconcertada Humanidad. Delete. Este usuario ha dejado de existir.
Cuando concluyo
una carrera, muestro las zapatillas. Si remojo los pies, meto tripa y guardo la
tablet. No desearía recibir oleadas de
sarcásticos corazoncitos, festejado como el penúltimo hazmellorar de las redes sociales, el protagonista de las noticias
más reídas. Saludaría, llegado el caso, con una sonrisa de circunstancias y me
enterraría en la arena para evitar semejante bochorno. Si me habéis visto, no
os acordéis.
A la hora de
la comida comparto el postre y no las fotos, que regatean el
estómago y apenas alimentan el apetito. Anoche, que esto quede entre nosotros, lo
pasé fenomenal. Si me hubiera aburrido, no habría problema. En un elogio envenenado, mi abuela Pi aseguró un día que yo era "de buen conformar". He intentado sobreponerme.
A veces,
pido comprensión, pongo cara de cuerno. Me considero un tímido social, hago pocas muecas y nunca llamé a una chica “reina
mora”. ¿Es grave o sólo inevitable en un ADN castellano? “El show de Truman”,
para el que lo trabaja. Confieso con
picardía y sin remordimiento que he conseguido escapar sin ser retratado de celebraciones plagadas de cámaras. No negaré, arrepentido, que hace dos décadas
y media balbuceé en un karaoke, pero mi presencia se diluirá, qué alivio, con la memoria, si alguno lo recuerdo, del
resto de asistentes.
Ni en el
pasado fui viral ni en el futuro aspiro a ser retroviral. Tal vez sólo sea un sieso, un viejuno que nació antes de tiempo. A veces siento que no tengo remedio. O en
realidad, entiéndanlo, pudo suceder que YouNoTuber cobertura.
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