Pirro de Épiro (Foto: Andrea Puggoni) |
Corría (despacio)
el año 280 antes de Cristo cuando Pirro de Epiro dejó su epiroica frase para Wikiquotes: “Otra victoria como ésta y estaré
vencido”. Lo hizo tras la batalla de Heraclea, en la que llegó a dársele por
muerto, lo que le obligó a personarse ante sus tropas para desmentir de cuerpo
presente el rumor. Este rey de un antiguo estado griego derrotó esa jornada a
los romanos lanzando contra ellos una veintena de elefantes. Pero el número de
bajas en sus propias filas fue tan elevado que, ante el temor de no poder
continuar la guerra, pronunció la juiciosa sentencia.
No hace
falta regresar del más allá para darse cuenta de que, como auguró el intuitivo
soberano, hay triunfos difíciles de sostener. Un ejemplo ilustrativo lo
constituye la Wikipedia, un exitoso hito de Internet llamado a parecer por esencia insuficiente. Si el mapa del Imperio sobre el que fabuló
Borges tenía el mismo tamaño que el propio Imperio, ¿es posible aprehender, ordenar
y enlazar en tiempo real todo el conocimiento que genera nuestra era? ¿Cuánto saber cabe en nuestro cerebro y cuántos
petabytes ocupará ese saber sistematizado, ordenado e indexado?
El mérito de
quienes colaboran en la Wikipedia origina situaciones sorprendentes. El 11 de enero de 2008 llegó a la redacción de CNN+
en Madrid la noticia de que acababa de morir Pepín Bello, amigo y testigo de
los artistas de la generación del 27 en la Residencia de Estudiantes. Al
rebuscar en el laberinto de Google un documento fiable del que obtener algún
detalle biográfico añadido, nos apercibimos de que en la Wikipedia ya figuraba
la fecha del fallecimiento aún no difundido por los medios de comunicación. Si
no fue el finado, que no parece probable, puesto que superaba los 103 años, alguien se tomó la molestia de actualizar
su estado.
Anunciar la
propia muerte puede resultar desolador o civilizado, según el gusto y la
superstición de cada cual. No sólo daría tiempo a testar o a enmarronar a seres queridos y
malqueridos, sino que permitiría borrar los perfiles de las redes sociales y salvar en una USB cuatro logros reseñables acumulados durante el tránsito por este valle de lágrimas. Si además
se consiguiera adjuntar una copia de nuestra carga genética quizá algún
investigador convenientemente sobornado nos concediera en el futuro una segunda
oportunidad.
Pero una
mirada filosófica revela que la inmortalidad física a gran escala se presenta en
sí misma insostenible, incluso aunque cerráramos el planeta como la Liga ACB. La
otra opción, a menudo denostada, es envejecer. Y para eso puede existir algún remedio. Google, (sí, Google) financia una
empresa, Calico, que a través de la investigación científica pretende, no dice
en qué plazo, posibilitar existencias más largas y sanas. Tengan paciencia, la
compañía goza de buena salud.
Una persona
hoy viva y nacida en 1917 habrá convivido en el tiempo con la Revolución Rusa,
la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, la globalización y la decadencia
occidental (¿o me estoy adelantando?). Si nos trasladamos a la dimensión espacial, Javier Solana contaba
que en los 90 conoció a un anciano de la actual Eslovenia que había vivido en
cinco países diferentes sin mudarse de su casa, rodeada por fronteras de ida y
vuelta. Barajando ambas variables, tres amigos noruegos derrotaron (sin
elefantes) al cronómetro al pasar hace cuatro años por 19 países europeos en 24
frenéticas horas.
Imágenes compartidas por Gunnar Garfors |
Ese viaje
fatigoso, fatuo y de elevada huella energética supuso una pequeña venganza
contra el reloj, pero sería impensable un duelo similar contra la paciencia del
calendario que cada día siega vidas, altera atlas, sepulta Imperios. La
única sostenibilidad a medio plazo se basa en quedarse quieto o, en definitiva,
muerto. ¿Quién se acuerda hoy del pequeño estado de Épiro? ¿Quién se acuerda hoy del pequeño estado de Épiro? No pasó inadvertido en su época pero tanta gloria, casi como cualquier vida, a largo plazo no ha sido más que pírrica.
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