No consta
que hubieran visto “Verano Azul”, ni en castellano ni en chino mandarín, pero Yang
Wu y Wu Ping resistieron durante tres años sin luz, agua ni gas antes de
abandonar en primavera de 2007 su vetusta vivienda en la localidad de
Chongqing. Resistieron rodeados por un
foso de cinco metros de profundidad y más de 15 de diámetro, resistieron varados
en un embarrado solar en obras, resistieron presionados por la promesa de una felicidad
planificada en despachos inmisericordes.
La casa-clavo de Yang Wu y Wu Ping
Foto compartida en http://multido.blogspot.com.es/ |
Todo cabe en
la ancha China. Desde una réplica de la Torre Eiffel rodeada de huertos a las casas-clavo que encarnan entre avenidas la Numancia del
comunismo de mercado, si es que ese Frankenstein ideológico-pragmático permite una
clasificación. Viviendas que arraigaron en un pliegue espacio-temporal formado
en la extraña evolución desde el arroz y la supervivencia al epatante centro
comercial, en un desvío del camino entre el mercadillo local y los mercados
globales. Sus ocupantes no quisieron marcharse cuando el crecimiento económico superaba anualmente las dos cifras –el 14,2% en 2007- y se mantienen como
fantasmas que rememoran las escaseces pretéritas cuando ya no alcanza el 7%.
Yang Wu y Wu
Ping no fueron, pese a todo, desinteresados clickealistas en un país sometido al antipático control estatal. Emprendieron
un provechoso viaje de la propiedad a la prosperidad, esgrimiendo como alumnos
aventajados del capitalismo sus derechos para elevar la compensación de los
promotores hasta una cifra estimada en unos 240.000 euros. Resistir para
enriquecerse. La nueva ideología china.
Peor parado
salió el profético Chanquete. Plantó cara a las inmobiliarias pero claudicó, quién
no, ante la muerte. Camino del cementerio, abandonó la barca y perdió hasta el
huerto aunque al menos ganó la vida eterna en horario de tarde. Cada dos o tres
veranos resucita en el archivo y al frente de su cuadrilla con flequillo y
bicicleta nos echa en cara la predisposición a vendernos al ladrillo que
primero nos hizo ricos y después, amarrados por los pies y las hipotecas, nos
ha arrastrado por el lodo de las deudas.
Como tantas
tragedias griegas, y no hace tanto hemos visto algunas, su revolucionario "no
nos moverán" está condenado a repetirse en vano ad infinitum. Porque una reposición
tras otra, la guitarra con mensaje se apaga al mismo tiempo que el “Carpe Diem”
estival, víctimas ambos de la conspiración del calendario con esos inviernos en
que RTVE se queda sin fondos.
A diferencia
de la casa de los chinquetes Yang Wu y Wu Ping, finalmente derribada, ‘La Dorada’ del pescador iconoclasta se trasplantó junto a una rotonda de Nerja, donde sobrevive irredenta aunque
rodeada por hostiles apartamentos. Los tomates más cercanos se concentran en
los lineales de un supermercado. Algún turista inocentón sonríe al hacerse una
foto ante la barca-clavo, pero es imposible evitar que los edificios de
apartamentos se infiltren por una esquina del encuadre. Queda claro quién ha
ganado.
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