Desde que aquellos guardias civiles, secuestradores por obediencia debida, abandonaron el Congreso a través de las ventanas, la Cámara ha permanecido cerrada y sin ventilación. Algunos días de diciembre –en 2012, ni siquiera eso- se abren los portones para que en civilizada fila cientos de pacientes ciudadanos deambulen por el hemiciclo, deploren como es de ley los disparos golpistas y presuman de que se han sentado tres minutos gratis en el escaño de un ministro. Fuera de programa, las visitas a la tribuna de invitados suelen acabar en protesta y expulsión. Pero no se quejen los votantes críticos con las restricciones en el acceso a los salones enmoquetados. ¿Alguien recuerda la última vez que vio a un cargo de relevancia paseando sin escoltas ni asesores?
Debate prescindible sobre el deplorable estado de esta nación en el diván. Discursos, declaraciones, réplicas y contrarréplicas. Rajoy revive, derrota al supuesto revulsivo Rubalcaba y perdemos todos. No por el resultado de su particular cara a cara, sino por la letra pequeña de las encuestas. Según Sigma Dos, el 41’7 por ciento de los encuestados nosabenocontesta quién ganó tan trascendental cita política de nuestra Spaña doliente. El porcentaje supera a los que creen que se impuso el presidente (36’6%), y se dispara respecto a los indiferentes y/o desinformados de 2011 (33’3%) y de 2010 (25’9%). El CIS completa la radiografía de un ritual de interés menguante. Para el 36,9% de los encuestados, no ganó ninguno. El partido que más crece, el NsNcNls. En castellano viejo, 'No sabemos, no contestamos (o directamente) nos la suda'.