"Este hombre
al que me honro hoy en presentar contribuirá a hacer aún más grande la ya
gloriosa leyenda de nuestro club". El presidente repitió su frase favorita, la
misma que había utilizado al dar la bienvenida, durante la temporada anterior,
a otros siete fichajes de calidad contrastada y llamados a marcar la diferencia
con los rivales. Como entonces, nadie se atrevió a carraspear. Los directivos,
conscientes de la importancia del instante, que les había obligado a adelantar
el final de sus vacaciones. Los periodistas, tan acostumbrados a oírla que no
repararon en ella. Los jugadores, algo
incómodos. Y el público, porque ya no podía disimular su ansiedad por ver al
astro en acción.
"Este hombre, repito, ha renunciado a mucho por estar aquí con nosotros, se lo reconozco y agradezco
públicamente". Sonó una palmada sin eco. El aludido sonrió, entornó los
párpados, inclinó la cabeza sin mover un pelo. Le hubiera gustado, por un
heredado sentido de la educación, fingir algo de modestia, pero el brillo ambicioso de
los ojos traicionó el gesto. Una salva de aplausos desorganizados desvió a
córner la incomodidad del empleado que había quedado en fuera de
juego.
"En los últimos años hemos realizado un gran
esfuerzo por reunir a los mejores del mundo". Podía sonar pretencioso, pero
resultaba irrebatible. El guardameta revelación del último Mundial, un central
que era un muro, ese medio centro que marcaba el ritmo (en las discotecas), el
veterano escudero que aportaba carácter, tres goleadores procedentes de los
grandes rivales. Sin duda, el club estaba viviendo una época… de plata. Porque
siempre faltaba un escalón. Uno solo, pequeñito, pero uno. Y la próxima
temporada había elecciones.
"No oculto
que debemos hacer autocrítica". La palabra sonaba tan desacostumbrada en sus
labios que hasta un becario abrió los ojos."Hay que decirlo: quizá me haya
equivocado". Los informadores comenzaron a calibrar un encabezamiento
alternativo para la crónica imaginada de antemano. "Por eso he tomado una
decisión tan difícil". Los directivos contuvieron la respiración.
"Siento que hemos traicionado las raíces de una institución
centenaria". Un periodista veterano se retrasó unos pasos con el teléfono ya
pegado al rostro para ser el primero en ... El resto tecleaba de forma frenética sobre las
tablets. "Es necesario regresar a los orígenes, retomar y poner al día ese
estilo que nos hizo reconocibles, que tantas veces nos convirtió en
campeones. Y para eso contamos contigo,
muchas gracias de nuevo por unirte a nuestro club". Falsa alarma. Bienvenida y
no adiós.
No hubo blablablá.
El crack pasó a la acción entre el entusiasmo, ahora sí evidente, de los niños que acompañaban la camiseta oficial con crestas mohicanas. En apenas minuto y medio despachó al capitán, que se levantó con el pelo cortado a cepillo, remojadito, y una raya a la derecha más recta que la línea del fuera de juego. Mientras
el artista dudaba si acometer a maquinilla o a navaja las greñas del lateral derecho, el presidente calculaba sin despeinarse los
beneficios económicos de la nueva política estética del club, erguido por la
severidad y satisfacción de quien se siente una persona de principios.
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