Dinesh y
Tarakeshwari Rathod hicieron cumbre hace unos meses en la onanística práctica
del postureo. En una rueda de Prensa organizada el 6 de junio en Katmandú aseguraron
ser la primera pareja india que había coronado el Everest. Como si el punto
más alto de la Tierra no fuera por temporadas una atascada autopista hacia el
cielo, como si con tanta gente y el fresquito resultara complicado arrejuntarse
allí arriba.
170 personas
llegaron a la cima el 23 de mayo de 2010, el día más concurrido de su heroica
historia; más de 70 de nacionalidad india lo habían conseguido esta misma
temporada antes que ellos. Probablemente Dinesh y Tarakeshwari no buscaban
tanto la soledad como un reconocimiento global de su menage a trois con la
aventura. Ya en años anteriores habían presumido del ascenso al pico más alto de
Australia y de sus especiales habilidades en el skydiving. Parece que tienen otras.
No contentos
con haber demostrado maestría en la escalada, ahora aspiran a su pesar a un
diploma en el manejo profesional del Photoshop. Otros nueve montañeros denunciaron que, según sus vestimentas, el
ángulo que forman las sombras y el tiempo que hacía el día de autos, 23 de mayo,
es muy probable que tomaran sus fotos en el campo-base y las superpusieran
sobre imágenes ajenas del techo del mundo. Ole, ole y ole.
Esta pareja
de policías –porque también trabajan juntos- ha invertido el popular viaje que
protagonizó un enanito de jardín en la película "Amelie". En la era de las
redes sociales, los Rathod no van a la
montaña; es la montaña la que va a ellos. No dan la vuelta al mundo. Al
contrario, el mundo debería girar en torno a esa relación capaz de superar cualquier
obstáculo.
Si, como
parece, finalmente se quedan sin Everest, Dinesh y Tarakeshwari se habrán
consagrado como profetas del nostureo: compartir fotos de lugares donde no
hemos estado. Playas paradisiacas, atardeceres con mensaje y gintonics con
bastante más vegetación que Los Monegros añaden un filtro socialmente admitido
de interés a nuestras vidas. Pero apenas suponen una menudencia para los
Rathod, que llegaron a recibir la felicitación del jefe de Policía de Pune. "Habéis llevado a
este departamento a nuevas alturas", publicó
henchido de orgullo en la página corporativa de Facebook. "O más bien a nuevas
profundidades", ha puntualizado después un malévolo seguidor.
A una letra,
a una sola y minúscula letra se limita la casi imperceptible diferencia entre impostar e impostor, entre postureo y nostureo. A los Rathod, pese a
todo, les redime su amor. Confesaron que, una vez conquistado el Everest,
buscarán la felicidad personal de tener un hijo. Aguardamos las fotos con
auténtica y mal contenida ansiedad.
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