La imagen que Fran Rivera compartió en Instagram |
Así lidia el presente un diestro con gesto incomprensible: las
piernas atornilladas a la arena, el talle inclinado, la mano que baja la
muleta… y, bien sujeto en el otro brazo, un lactante a modo de engaño para que todos
embistamos entonando ‘escándalo’ a capella. Sea por reivindicar la conciliación
al Bescansa style o por otorgar un
renovado sentido al pase de pecho,
Fran Rivera ha conseguido en airosa faena de dos días pegar un puntazo a la
prudencia, templar la polémica y rematarla con una beberónica dedicada a los medios.
Pudo suceder, como asegura, que su abuelo toreara así con su
padre, pase que su padre repitiera el numerito con él, perdónese incluso que el
propio diestro ya bautizara en el pasado sobre el albero a su hija Cayetana.
Pero, ¿compartir el debut de la pequeña Carmen en Instagram? ¡Este hombre, más
que valeroso, es un inconsciente!
Tiene suerte Fran Rivera de que la imperante cultura de
mirar y tirar no deja tiempo para detenerse en el texto. Porque la foto, como
la muleta y la niña, sirve sobre todo para despistar. Entre las letras anida, cobijado
por la almohadilla de la modernidad, el imborrable mensaje: #orgullodesangre . Como debe ser. Orgullo,
sangre, valores sin duda respetables que, de tan manoseados, emanan un aroma a esa España de
las esencias que decidió aparcarse en un apeadero del pasado. Y ahí sigue… Insuperable
pereza.
¿Suponen las críticas a Rivera, como sostiene él, un ‘ataque
a la fiesta’? En absoluto, al menos esta, aunque fiesta a su costa, y con
banderillas de castigo, no ha faltado. Le pasa, qué inocente, por invitarnos a su brindis dospuntocero.
Sintió que la ocasión lo merecía. Una virginidad taurina al fin rota, un rito
iniciático en familia, la emoción de Carmen, cinco meses y ya bendecida para la
causa. Todo fue fantástico … y mejor hubiera sido en privado.
El diestro midió mal la distancia para descubrir después,
demasiado tarde, que el burladero de la tradición se encuentra abarrotado. No,
no ha sido esta vaquilla berlanguiana sino la exposición pública de su cría lo que le ha encerrado contra las tablas. Fran Rivera seguirá recibiendo durante semanas almohadillazos desde las redes sociales por esta faena
innecesaria, destinada a perdurar al menos tres cuartos de hora en la memoria
colectiva.
Mientras tanto, el respetable reclama que continúe el espectáculo. Si en realidad
no existió riesgo, como ha señalado en su defensa, Rivera incurrió entonces en
pecadillo de postureo, que encarna la actualización edulcorada y light de aquel caduco escándalo
público. Con todo, el torero sale vivo de este ruedo de reproches. Tras declarar
en la Fiscalía, ha sido absuelto de imprudencia en aplicación, aquí sí, de la
doctrina Botín. No se personó la acusación particular. La vaca que parió al novillo, que
también era menor de edad, no se ha dignado decir ni mu.
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